Muchos ocasos se habían sucedido. La vida nueva en ese nuvo país, fue borrando, la puesta del sol y después amanecieron muchas noches.
Tu estabas sola: sola junto a la ventana en aquel rincón del local, ajena a todo. Yo te miraba. Yo miraba la ventana, que tras de ti, me traería una noche mas. Yo te miraba, y con la luz amarillenta, descubrí tu cara... leyendo en tu mirada, tristeza acumulada. Tu cara me pareció hermosa. Te definí mujer hermosamente bella, inmensamente triste: deseaba preguntarte porqué, ¿pero como abordarte, si apenas conocía tu idioma? Setía deseos de decirte: " ¿que te ocurre? Puedes confiar en mí: Quiero ser tu amigo. Puedes confiar en mí. Yo también tengo secretos a compartir, que me roen, noches enteras.
Yo había pedido otra cerveza. Estabas... tu rostro descansaba, sobre la palma de tus manos. Alguien cargado de alcohol, con voz ronca, gritaba, mas que cantaba una canción. Abandonando tu postura, descubriste que yo te miraba... así lo hicimos varios minutos, a hurtadillas. luego me regalaste una sonrisa, a la que correspondí.
! Adelante! Dos almas solitarias, siempre tienen algo que decirse- me dije avanzando hasta tu mesa.
-! Hola!- te saludé en un francés que me pareció horrible.
-! Ho la respondiste en el mismo idioma, en un hilo de voz, que me impresionó... me ofreciste, tu mano diminuta y caliente, que yo retuve. A través de aquel suave contacto, acababa de desentrañar parte de aquel misterio. Tu y yo, queríamos librarnos, de una especie de tela de araña: veníamos: queríamos, soltarnos las lianas que nos habían atrapado estúpidamente. Ambos queríamos saber, como salir de aquel laberinto: perseguíamos y na luz en medio de las tinieblas.
-Te he observado mucho rato. Se me ha ocurrido pensar que algo te torturaba. No me atrevía a acercarme a ti, pero lo deseaba. ¿como preguntarte el porque de tu tristeza?
Tu y yo en aquella mesa de el rincón. Tu y yo, andando por las calles de aquella ciudad, como si hiciera ya siglos que ya te conociera. Tu y yo. Y te dije lo que pensaba: "Somos dos almas solitarias, que buscan el amor"
Te cogiste de mi brazo: esto me conforto, y reímos: reímos mucho rato por las calles solitarias.
Habíamos pasado, uno de los puentes, sobre El Seine y nos detuvimos para mirar las aguas silenciosas y oscuras. Acercaste tu cuerpo al mío y yo sentí tu calor...
Unos minutos mas, por una calle que yo ya conocía, y te detuviste:
-Vivo aquí-dijiste- y tras una pausa añadiste: sola.
-Quisiera, junto a ti, hacer de esta noche un paraíso-dije y me sorprendí, un poco avergonzado, de mi significativa proposición, retiré mi mirada de tus ojos que me sonreían comprensivos.
Subimos hasta el segundo piso. Nuestra orfandad desaparecía en aquel instante. Nos abrazamos, se buscaron nuestros labios, y ya sobre un mullido lecho, se buscaron nuestros cuerpos. en una larga noche de deseo y amor. De amor, sí porque ya no hubo mas noches solitarias.
"Mon amour" me murmurabas, cada noche, y a cada amanecer en que en un largo abrazo nos separaba el trabajo.
- "Mon amour"- pienso que las vacaciones, habría que pasarlas juntos, en una hermosa cuidad de la costa.-Dijiste-
Fue en Douville. fueron días maravillosos. en que vivimos la plenitud de el amor-
El último día, dijiste quería contarme un secreto y me abrazaste fuerte muy fuerte...
-Estoy enferma-dijiste- Tengo una enfermedad incurable. No podía creerlo. Fue un duro golpe, cuando comprendí por tus lágrimas, tu desesperación.
Aquel día! maldito día! ya no estabas. Corrí a preguntar a "la conciege"...
-Ivette ha sido ingresada...
-Tomé un taxi hasta el hospital... allí estabas, postrada, tu hermosa cabellera revuelta, tu cara demacrada... Lloré contigo mientras murmurabas:
-No te me pongas triste "mon petit espagnol. meci por tu amor. Merci, por hacerme feliz. Merci por tantos días de amor...
Gracias a ti Ivette... quiero decirte hoy, esta tarde, de primavera como aquella en que me dijiste "! aurrevoir!" para siempre: para la "eternité":
LIBERTAD.
Dedicado este relato a mis amigos de Puerto Llano y de modo muy especial a Ñeri.
Tu estabas sola: sola junto a la ventana en aquel rincón del local, ajena a todo. Yo te miraba. Yo miraba la ventana, que tras de ti, me traería una noche mas. Yo te miraba, y con la luz amarillenta, descubrí tu cara... leyendo en tu mirada, tristeza acumulada. Tu cara me pareció hermosa. Te definí mujer hermosamente bella, inmensamente triste: deseaba preguntarte porqué, ¿pero como abordarte, si apenas conocía tu idioma? Setía deseos de decirte: " ¿que te ocurre? Puedes confiar en mí: Quiero ser tu amigo. Puedes confiar en mí. Yo también tengo secretos a compartir, que me roen, noches enteras.
Yo había pedido otra cerveza. Estabas... tu rostro descansaba, sobre la palma de tus manos. Alguien cargado de alcohol, con voz ronca, gritaba, mas que cantaba una canción. Abandonando tu postura, descubriste que yo te miraba... así lo hicimos varios minutos, a hurtadillas. luego me regalaste una sonrisa, a la que correspondí.
! Adelante! Dos almas solitarias, siempre tienen algo que decirse- me dije avanzando hasta tu mesa.
-! Hola!- te saludé en un francés que me pareció horrible.
-! Ho la respondiste en el mismo idioma, en un hilo de voz, que me impresionó... me ofreciste, tu mano diminuta y caliente, que yo retuve. A través de aquel suave contacto, acababa de desentrañar parte de aquel misterio. Tu y yo, queríamos librarnos, de una especie de tela de araña: veníamos: queríamos, soltarnos las lianas que nos habían atrapado estúpidamente. Ambos queríamos saber, como salir de aquel laberinto: perseguíamos y na luz en medio de las tinieblas.
-Te he observado mucho rato. Se me ha ocurrido pensar que algo te torturaba. No me atrevía a acercarme a ti, pero lo deseaba. ¿como preguntarte el porque de tu tristeza?
Tu y yo en aquella mesa de el rincón. Tu y yo, andando por las calles de aquella ciudad, como si hiciera ya siglos que ya te conociera. Tu y yo. Y te dije lo que pensaba: "Somos dos almas solitarias, que buscan el amor"
Te cogiste de mi brazo: esto me conforto, y reímos: reímos mucho rato por las calles solitarias.
Habíamos pasado, uno de los puentes, sobre El Seine y nos detuvimos para mirar las aguas silenciosas y oscuras. Acercaste tu cuerpo al mío y yo sentí tu calor...
Unos minutos mas, por una calle que yo ya conocía, y te detuviste:
-Vivo aquí-dijiste- y tras una pausa añadiste: sola.
-Quisiera, junto a ti, hacer de esta noche un paraíso-dije y me sorprendí, un poco avergonzado, de mi significativa proposición, retiré mi mirada de tus ojos que me sonreían comprensivos.
Subimos hasta el segundo piso. Nuestra orfandad desaparecía en aquel instante. Nos abrazamos, se buscaron nuestros labios, y ya sobre un mullido lecho, se buscaron nuestros cuerpos. en una larga noche de deseo y amor. De amor, sí porque ya no hubo mas noches solitarias.
"Mon amour" me murmurabas, cada noche, y a cada amanecer en que en un largo abrazo nos separaba el trabajo.
- "Mon amour"- pienso que las vacaciones, habría que pasarlas juntos, en una hermosa cuidad de la costa.-Dijiste-
Fue en Douville. fueron días maravillosos. en que vivimos la plenitud de el amor-
El último día, dijiste quería contarme un secreto y me abrazaste fuerte muy fuerte...
-Estoy enferma-dijiste- Tengo una enfermedad incurable. No podía creerlo. Fue un duro golpe, cuando comprendí por tus lágrimas, tu desesperación.
Aquel día! maldito día! ya no estabas. Corrí a preguntar a "la conciege"...
-Ivette ha sido ingresada...
-Tomé un taxi hasta el hospital... allí estabas, postrada, tu hermosa cabellera revuelta, tu cara demacrada... Lloré contigo mientras murmurabas:
-No te me pongas triste "mon petit espagnol. meci por tu amor. Merci, por hacerme feliz. Merci por tantos días de amor...
Gracias a ti Ivette... quiero decirte hoy, esta tarde, de primavera como aquella en que me dijiste "! aurrevoir!" para siempre: para la "eternité":
LIBERTAD.
Dedicado este relato a mis amigos de Puerto Llano y de modo muy especial a Ñeri.
Amigo Libertad, gracias por dedicarnos tus relatos que son un cachito tuyo, eres estupendo
Un abrazo
Un abrazo
HASTA LA VUELTA LOLI Un abrazo
JUAN
JUAN
