¿QuieN dijo que no tengo algo que contar hoy? Por mucho que ruja en viento. alguna ráfaga atraparé con la mano de mis sueños.
Que paséis un feliz día. Mientras: yo me encamino a mi juventud a pronunciar u "te quiero"
Aquella tarde, se perdía
en su! adios!... sierra a lo lejos.
la brisa de la tarde: aquella brisa;
extendía su murmullo por los cerros.
Un grupo de mozas, casi niñas
reían inocentes en sus juegos...
! Como se dilataban mis pupilas
cuando con su falda jugaba el viento!
Desde aquella cobardía mía,
le viera corretear, cerca, en el huerto...
no me atrevía
que a mantener mis ojos, grandes abiertos.
! Vive Dios que el pecho me latía
a galope y muy despierto!
El valle dejaba escapar sus melodías.
El viento rizaba el centeno.
El viento vi que de mi se burlaba
de mi cuerpo que temblaba sin remedio.
Las mozas ajenas a todo se reían.
Yo Sufría en mi desaliento...
Ella muy cerca, recogía
margarítas. Un! tequiero!
pronunció mi cobardía.
Las margaritas se escaparon de sus dedos...
alumbraría luego una sonrisa
y mi voz temblorosa pidió un beso.
! Que hermosa la tarde, que crecida
en amor, asolas luego
tras el hola y tras la despedida,
cuando luego se alejó por el sendero!
Os juro que la tarde era armonía
de amor en la tarde acostada en el silencio
libertad.
Que paséis un feliz día. Mientras: yo me encamino a mi juventud a pronunciar u "te quiero"
Aquella tarde, se perdía
en su! adios!... sierra a lo lejos.
la brisa de la tarde: aquella brisa;
extendía su murmullo por los cerros.
Un grupo de mozas, casi niñas
reían inocentes en sus juegos...
! Como se dilataban mis pupilas
cuando con su falda jugaba el viento!
Desde aquella cobardía mía,
le viera corretear, cerca, en el huerto...
no me atrevía
que a mantener mis ojos, grandes abiertos.
! Vive Dios que el pecho me latía
a galope y muy despierto!
El valle dejaba escapar sus melodías.
El viento rizaba el centeno.
El viento vi que de mi se burlaba
de mi cuerpo que temblaba sin remedio.
Las mozas ajenas a todo se reían.
Yo Sufría en mi desaliento...
Ella muy cerca, recogía
margarítas. Un! tequiero!
pronunció mi cobardía.
Las margaritas se escaparon de sus dedos...
alumbraría luego una sonrisa
y mi voz temblorosa pidió un beso.
! Que hermosa la tarde, que crecida
en amor, asolas luego
tras el hola y tras la despedida,
cuando luego se alejó por el sendero!
Os juro que la tarde era armonía
de amor en la tarde acostada en el silencio
libertad.
