MINA DIOGENES: ¡Que pequeños éramos todos ¡Recuerdo que el maestro...

continuación de la escuela de Mina Diógenes.
después de los actos oficiales en el patio de las escuelas, comienza la entrada a las diversas clases del edificio. Por cierto, antes había sido pintado todo de blanco por los obreros encargados de la albañilería y pintura. El "Lucero" dejaba las clases por dentro blancas y relucientes, mientras que los albañiles Agustín, Antonio Poyatos y algunos más, se encargaban del blanqueo de las paredes y muros de la parte exterior.
Dentro de las aulas, puestos de pie y las manos atrás bien sujetas, esperábamos la orden del maestro o maestra, para sentarnos en los pupitres de madera con los tinteros de plomo dispuestos para la tinta y las plumas.
Se hace un rezo inicial y todos contestamos al unísono para no perder el ritmo de la oración. ¡pueden sentarse! de forma autoritaria, fuerte y con energía. Todos sentados y quietos, esperando que se vaya pasando lista por orden alfabético.
¡Si no falta nadie comenzamos la clase! Lectura en voz alta del un texto elegido referente a "Platero y yo". ¡hay que darle buena entonación! decían las maestras y por supuesto el maestro. Las clase distribuidas por grupo de edades. En el ábaco ya hay algunos niños repasando las sumas y restas. Otros hacían el dictado en la pizarra y después había que corregirlo personalmente. El maestro en su sillón. La mesa encima de una tarima y nosotros desde abajo, veíamos al profe como más grande. Cada falta de ortografía había que copiarla diez veces y procurar no fallar en el próximo dictado. Las oraciones gramaticales, los verbos, el artículo, los adjetivos, el cálculo, raíces cuadradas, quebrados, los reyes católicos, los tipos de fauna y de plantas, los ríos de España, la vida de Jesucristo y los temas de acción política y social, eran gran parte de los contenidos de aquellas épocas. Todos aprendíamos con interés y con esfuerzo. No faltaban los chavales que preferían algunos días despistarse con los nidos, las lagartijas o preparando las horcajas de los tirachinas.
La voz del maestro... ¡haber, tú y tú, os toca preparar la leche hoy ¡Los quesitos eran por la tarde (creo recordar si no me equivoco). Perolas grandes de aluminio y el saco de la leche en polvo. Una paleta de madera para darle vueltas y los vasos preparados. En la hora del recreo, todos en fila para recibir la ración correspondiente. Aquí he de recalcar, que algunos chavales, pasaban de la leche, para correr a toda pastilla hacia el patio de "abajo" para echar un buen rato de fútbol. Hay que hacer dos equipos y elegir uno por uno. Dos de los más grandes empiezan a pedir... a Pablito, a Goyo, a Elias, al Fali y así hasta formar los dos grupos de deportistas. elegían Guada y José Mari Luengo. Los pequeños mirábamos por si faltaba alguno y nos podían poner a jugar... ¡qué ilusión! si te tocaba.
(seguirá) que me voy de paseo.

Apo, ¡Qué memoria! Recordar es como revivir lo vivido y, aunque nuestra memoria saber elegir lo que debe olvidarse, es el único lugar del que nadie puede expulsarnos. Un abrazo.

¡Que pequeños éramos todos ¡Recuerdo que el maestro se llamaba D. Julián y sustituyó a D. Simón. Aquella etapa era la de lka leche en polvo y el queso americano, pocos medios pero muchísima alegría y fuerza.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Mariano, así era, éramos niños felices, alegres y sin responsabilidades, nuestros padres se encargaban de que eso fuese así ¡cuanto les debemos!.
Un beso.


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