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MINA DIOGENES: "EL ESCOPETIN" (segunda parte)...

"EL ESCOPETIN" (segunda parte)
De Puertollano, unos días despues llegaba "el escopetín", todos estabamos revolucionados, la espectación y emoción no podía ser mayor, sobretodo para mí y mi hermana Marimar; cogimos otro escopetín viejo de mi padre y nos fuimos "a probar" el nuevo detrás de mi casa, detrás del economato, donde habían gallineros y zaurdas; después de unos tiros, intercambiamos las escopetas, ella era más hábil en estos menesteres, (como no), cosa que no me gustó y le pedí que me devolviera mi escopetin,
- "... espera, espera, ahora te lo doy..."
Yo le dije:
- "... damelo ya o te disparo"
Dicho y hecho; con la mala fortuna que le dí, (lo que son las cosas, si hubiera tirado 1000 veces a una lata no le hubiera dado, sin embargo a ella le dí). Se llevo la mano al culete y vimos que tenía sangre, nos asustamos, ella se fué corriendo y llorando a casa y yo, muerto de miedo me escondí.
Mis padres llevaron a Marimar a Don Francisco, por suerte no fue nada, el plomo entró y salió. A la vuelta, mi padre fué a buscarme, yo oía como me llamaba, pero no hacía caso, ya anochecía y mi padre se enfadaba cada vez más:
-"... rafalin, sal ya, que es de noche, no hagas que me enfade más.."
Al final tomé la decisión de salir, pero de salir corriendo, esto terminó de enfadar a mí padre que tras de mí y dirección "Valdesfuente", corría que se las pelaba.
-"... para que va a ser peor, para..."
El que me cayera hizo que parara, de otra forma hubiera llegado al pantano (creo que nunca he corrido tan rápido). Mi padre me levanto y me "zarandeo" por los hombros, yo ya estaba llorando, de hecho, empecé a llorar nada más verle correr tras de mí. Al caer me dí en la cabeza y me hice una pequeña herida que me hacía sangrar "escandalosamente". En la puerta falsa nos esperaba mi madre (con la cara desencajada) y mis hermanos, mi padre me traía casi en "volandas", y yo sin parar de llorar. Mi madre al verme, le decía a mi padre:
- "... dejalo ya, burro, que lo vas a matar"
(y eso que no me había tocado); Como siempre tan protectora, con un brusco empujón y enfadada, me separó de mi padre, empezó a limpiarme las lagrimas con sus manos y atusandome el pelo y abrazandome contra su pecho me calmo.
.... mi hermana, sonrie, me toma la mano y la me aprieta, no hay nada que decir.

P. D. Al día siguiente, recordando todo esto, nos reíamos.