La verdadera molestia para los vecinos que viven en las calles cuyos nombres se quieren cambiar no sería los nombres, que aunque no gusten es lo de menos (entre otras cosas porque la historia no se puede borrar quitando el nombre de una calle). Lo que verdaderamente sería una molestia, por no decir un marrón, es obligar a la gente que vive en esas calles a tener que cambiar por su cuenta toda su documentación (DNI, carnet de conducir, de bibliotecas, bancos, teléfono, luz, agua, y un largo etcétera). Porque a la persona que se le ocurra cambiar los nombres seguro que no piensa molestarse en cambiar y gestionar a todas esas personas el papeleo que supone vivir en otra calle. Ante esto, cómo se llame la calle es lo de menos, da igual.
Así que quienes más derecho tienen a opinar y a decidir son los afectados, es la opinión de esta gente la que tiene que contar por encima de las demás. En este caso la memoria histórica es poco práctica, cuando no un engorro inútil. Esta medida no solucionaría nada a la gente que vive en esas calles ni les proporcionaría más bienestar, que es lo que debe perseguirse. Por tanto, lo que hay que hacer es trabajar por cosas más serias que redunden en el bienestar de todos y no en cosas insignificantes que no sirven para nada y lo único que hacen es perjudicar a los afectados.
Así que quienes más derecho tienen a opinar y a decidir son los afectados, es la opinión de esta gente la que tiene que contar por encima de las demás. En este caso la memoria histórica es poco práctica, cuando no un engorro inútil. Esta medida no solucionaría nada a la gente que vive en esas calles ni les proporcionaría más bienestar, que es lo que debe perseguirse. Por tanto, lo que hay que hacer es trabajar por cosas más serias que redunden en el bienestar de todos y no en cosas insignificantes que no sirven para nada y lo único que hacen es perjudicar a los afectados.