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ARGAMASILLA DE CALATRAVA: Voy a contar la historia de la torre ya que parece...

Voy a contar la historia de la torre ya que parece que levanta tanto interés. Hasta hora no había tenido tiempo estaba con un trabajo temporal que me ha quitado mucho tiempo.
Sobre 1571 el concejo de Argamasilla ganó licencia real para vender la hoja, panes y pámpana de los viñedos con intención de poder construir un reloj para la torre de la iglesia.

En 1588 Baltasar Romero, en nombre del concejo de Argamasilla volvió nuevamente a presentar una petición ante el Consejo de Órdenes, Según su testimonio, la antigua torre campanario de la iglesia parroquial construida a principios del siglo XVI estaba en mal estado (su altura en ese momento era hasta donde llega el tejadillo con las ventanas tapiadas). La construcción se había dejado inconclusa, a la altura del cuerpo de ventanas, provocando que, sobre todo dependiendo de la dirección del viento, no se escuchase bien el tañido de las campanas, por lo que muchos vecinos no acudían a misa al no escucharlas.

Además, según los testigos, la obra estaba abierta, probablemente por la caída del antiguo chapitel, recibiendo daño de las inclemencias del tiempo, siendo posible que terminara por hundirse lo que estaba ya construido.

Hay que tener en cuenta que la torre fue diseñada y construida a principios del siglo XVI, mucho antes de que Egas diseñara y construyera la capilla mayor, por lo que su altura estaba proporcionada con la altura de la antigua iglesia medieval. La grandiosa obra planifica por Egas dejó pequeña la torre que no superaba en altura a la cabecera de la iglesia.

Los testimonios de los vecinos desvelaban, que estando la torre en buen estado no se abordó su arreglo, sino que se optó por levantar la capilla mayor. Para poder trabajar, con licencia real, se tomaron a censo más de ochocientos ducados procedentes de una disposición testamentaria perteneciente a un vecino de la villa llamado Alonso Pérez. Dada la carestía de los tiempos la deuda, por los elevados intereses, fue subiendo, llegando un momento en el que fue imposible hacerlo frente.

Para poder terminar la torre y comprar tres ternos enteros con sus frontales y demás ropas anexa a ellos, era menester conseguir una enorme suma: quince mil ducados. Por supuesto la vecindad estaba agobiada por levas, impuestos y diversas penurias, siendo imposible su colaboración económica para terminar la obra. Años atrás, para poder ayudar, muchos fieles habían sembrado un pegujar de trigo perteneciente al concejo. Lo recogido se añadía al dinero del censo. Pero los malos tiempos habían malogrado las cosechas y hacía años que no podían cosechar cosa alguna.

Informado el Consejo de Órdenes mandó una provisión a Almagro para que Gines de Perea, gobernador del partido se encargara de buscar maestros expertos que examinasen el estado de la iglesia y de su torre, tasando los reparos necesarios y su coste. El gobernador, excusando no poder encargarse de realizar en persona dichas diligencias por estar ocupado atendiendo otros asuntos del rey, nombró comisario de la averiguación a Hernando de Perea, alguacil mayor de la villa. Este no tuvo ninguna duda: el 24 de mayo de 1589 eligió para tan delicada misión a Cristóbal Pérez, carpintero de 64 años de edad y a Jerónimo del Castillo, alarife y maestro de sillería, de 40 años, por ser en su opinión, los mejores maestros que había por entonces en Almagro, para hacer y tasar obras principales.

Cuando aquellos pasaron a la iglesia de Santa María encontraron una torre que estaba comenzada a hacer de cal y canto, con su ventanaje de ladrillo, descubierta y muy baja, mucho más que el cuerpo de la iglesia. Como conclusión propusieron cerrar el cuerpo de ventanas y levantar sobre él otro nuevo, de forma que el campanario subiera por encima del caballete de la iglesia por la parte de la capilla mayor, dejando que se oyesen las campanas. Una vez concluida esta primera fase sería necesario acometer una segunda: construir un nuevo chapitel "como se hazen en las demás iglesias desta comarca o provinçia". La escalera era de piedra, siendo conveniente proseguir de la misma forma hasta arriba. En este informe detallaron minuciosamente el valor de todos los materiales necesarios: yeso de Membrilla, ladrillos, clavos, maderas, carretadas de piedra, arena, hojalata, cruz y manzana que coronarían el chapitel. Todo llevaría trescientos sesenta y un mil ciento seis maravedís. A estos gastos había que sumar otros noventa y nueve mil quinientos sesenta y seis maravedís, correspondientes a los salarios de maestros y peones.