Hubo un tiempo en el que en este y en todos los pueblos de España y del Mundo, al no haber televisión, ni otros medios que nos interpretan y dirigen la vida, corría la imaginación particular de manera estrepitosa, generando preciosas leyendas. También algunas de tendencia lúgubre o de todo tipo, pero que en cualquier caso han forjado, con su credibilidad o incredulidad, un enriquecimiento, en nuestras mentes y en nuestra manera de ser y actuar.
¿Qué había de cierto en algunas de ellas?
¿Qué había de inventado?
o simplemente, ¿qué había recogido verdaderamente la persona que lo transmitió, aunque pareciera desorbitado su cuento?
Son las que nos contaron nuestras madres y padres, abuelas y abuelos.
Luego cada uno que se quede con lo que quiera de cada relato, y desarrolle su propia interpretación, pero con respeto a lo contado, que cuando menos proviene de antepasados de muchas generaciones, si no de archivos históricos.
Cartucho.
¿Qué había de cierto en algunas de ellas?
¿Qué había de inventado?
o simplemente, ¿qué había recogido verdaderamente la persona que lo transmitió, aunque pareciera desorbitado su cuento?
Son las que nos contaron nuestras madres y padres, abuelas y abuelos.
Luego cada uno que se quede con lo que quiera de cada relato, y desarrolle su propia interpretación, pero con respeto a lo contado, que cuando menos proviene de antepasados de muchas generaciones, si no de archivos históricos.
Cartucho.