!Bueno! la reunión famililar no entra en el relato, así que vamos a pasar a la hora del café.
Salimos mi primo y yo hasta el bar de la plaza (el que está en la esquina de la iglesia). El señor del bar se dirige hacia nosotros y antes de que yo le diga de quien soy, ya me lo dice él a mi. (se ve que se hacía una idea, pero al ver a mi primo ya cayó en la cuenta).
Después de tomar el café tomamos la calle del Castillo y torcemos a la izquierda para bajar por las cuestas hasta la vega. (Ya me he dado cuenta que el ayuntamiento con muy buen acierto está construyendo miradores en los lugares más bonitos del cerro). Hago unas cuantas fotos más desde esta magnífica atalaya, donde se domina toda la vista de la vega.
Le pregunto por las norias de la vega y me señala hacia el arroyo.
-¿Ves allí, donde el arroyo hace una curva ? Un poco más acá hay como un redondel que está tapao; !bueno!; pues eso era una noria.-
Luego bajamos al barrio de San Antón, donde sus hermanos tienen un cercao y me lo va a enseñar.
Antes de llegar me indica que allí cerca hay una ermita y que se puede visitar; pero está cerrada.
Después de ver todos sus trabajos realizados en la posesión familiar salimos en dirección al Castillo. Observo un pequeño regato que cruza el camino y le pregunto por una fuente que había en este lugar.
Se sonrie y apartando unas matas que están en la cuneta aparece un manantial de agua clara.
- No se puede beber - me avisa mi primo - y ya ves, lo mismo que la de las Higuerillas, las están tapando todas.
- Es una pena; pues recuperar las fuentes no creo que represente mucho gasto y es algo que se está haciendo en muchos municipios.
Nos apartamos a un lado; pues pasa un coche y me dice mi primo: Esos son los dueños de la ermita. Si quieres, vamos a verla.
Miro el reloj y, como todavía me queda realizar las fotos del castillo, y no dispongo de mucho tiempo para regresar, decido dejarlo para otra mejor ocasión.
El castillo me espera allá arriba del cerrete.
Salimos mi primo y yo hasta el bar de la plaza (el que está en la esquina de la iglesia). El señor del bar se dirige hacia nosotros y antes de que yo le diga de quien soy, ya me lo dice él a mi. (se ve que se hacía una idea, pero al ver a mi primo ya cayó en la cuenta).
Después de tomar el café tomamos la calle del Castillo y torcemos a la izquierda para bajar por las cuestas hasta la vega. (Ya me he dado cuenta que el ayuntamiento con muy buen acierto está construyendo miradores en los lugares más bonitos del cerro). Hago unas cuantas fotos más desde esta magnífica atalaya, donde se domina toda la vista de la vega.
Le pregunto por las norias de la vega y me señala hacia el arroyo.
-¿Ves allí, donde el arroyo hace una curva ? Un poco más acá hay como un redondel que está tapao; !bueno!; pues eso era una noria.-
Luego bajamos al barrio de San Antón, donde sus hermanos tienen un cercao y me lo va a enseñar.
Antes de llegar me indica que allí cerca hay una ermita y que se puede visitar; pero está cerrada.
Después de ver todos sus trabajos realizados en la posesión familiar salimos en dirección al Castillo. Observo un pequeño regato que cruza el camino y le pregunto por una fuente que había en este lugar.
Se sonrie y apartando unas matas que están en la cuneta aparece un manantial de agua clara.
- No se puede beber - me avisa mi primo - y ya ves, lo mismo que la de las Higuerillas, las están tapando todas.
- Es una pena; pues recuperar las fuentes no creo que represente mucho gasto y es algo que se está haciendo en muchos municipios.
Nos apartamos a un lado; pues pasa un coche y me dice mi primo: Esos son los dueños de la ermita. Si quieres, vamos a verla.
Miro el reloj y, como todavía me queda realizar las fotos del castillo, y no dispongo de mucho tiempo para regresar, decido dejarlo para otra mejor ocasión.
El castillo me espera allá arriba del cerrete.
