¿QUO VADIS... INFANCIA Y JUVENTUD DE ALDEA DEL REY?.
En estos días de estancia en nuestro querido pueblo, Aldea del Rey, ya pasados, estando una mañana en la Plaza de España, allí había un grupito de jóvenes, yo diría de niños y niñas, no llegarían a los 12 – 13 años de edad y, me llamaron la atención por sus expresiones, por lo que se decían unos y otras, o unas a otros... lamentable.
Ahora que tanto se debate sobre la asignatura EpC (= Formación del Espíritu Nacional), bien debieran los responsables de la Educación, sea al nivel territorial que sea, comenzando desde arriba, plantearse seriamente qué educación y formación estamos dando a nuestra infancia y juventud.
Ellos, los niños y los jóvenes, no son culpables de nuestra irresponsabilidad y ausencia de grandeza de miras. Somos nosotros, padres, en primer lugar, educadores, en segundo, los más directos responsables de la educación de nuestros hijos. El Estado tiene una función subsidiaria que, evidentemente no puede ni debe eludir.
Echamos de menos, ante el lamentable estado de la educación y la enseñanza en España, que no se promuevan, desde donde corresponda, Movimientos de Regeneración Pedagógica, no en réplica a aquellos Movimientos de Renovación Pedagógica, que en su momento fueron necesarios y realizaron un gran papel, sino para buscarle soluciones racionales, humanitarias y dignas al desaguisado educativo español. Hoy urge la REGENERACIÓN.
En ese grupito de niños y niñas, porque en estas edades la espontaneidad es algo identitario, más aún en la espontaneidad referida a la expresión oral, en conversación con atisbos de disputa o discusión entre ellos y ellas, oí expresiones que dejan el ánimo moral deprimido: una niña dijo a un niño, “te he dicho que te vayas a tomar por c...”, a la que respondió el niño, “no me sale de los c...”, para responderle aquélla, “uda, so m...”. De este jaez eran las expresiones oídas por mí, y no como caso puntual sino con norma general.
Hoy la educación y la enseñanza se caracterizan por un enfoque de galería. Interesa a los padres, prioritariamente, que su hijos superen todas las materias, asignaturas o áreas, tengan o no los conocimientos, hábitos y objetivos superados o no... les da igual. Los niveles exigidos son pobrísimos, y como con tres materias pendientes, hasta incluso cuatro, pueden pasar de curso la motivación tanto de alumnos como de padres está por los suelos. Muchos profesores están totalmente desmotivados, se limitan a cumplir con dignidad el expediente, esencialmente condicionados por su conciencia, las calificaciones que expiden tienen que ser, por ordenamiento de la superioridad, como mínimo de suficiente, se encuentran mediatizados y cohibidos por los padres, sin ningún tipo de protección ni legal ni profesional e, incluso, amenazados y agredidos. Y, para colmo de males, los diferentes y sucesivos informes PISA referidos a España son demoledores.
Antes, y no somos partidarios del “la letra con sangre entra”, al menos había respeto hacia todos y entre todos, se valoraba el esfuerzo y el sacrificio, existía estima hacia el estudio, los alumnos estudiaban y trabajaban en casa, los padres valoraban las calificaciones y, no es que hoy no lo hagan, pero pecan de conformistas, la preocupación de padres y profesores tanto por la conducta como por la expresión de hijos y alumnos, lejos de la negligencia tenía como rasgo el celo y la vigilancia. Hoy el pasotismo nos invade a todos los niveles. Nunca, nunca, jamás, he conocido una infancia y juventud tan deprimente, tan carente de autoestima. Y, en Aldea del Rey, mi querido pueblo, este tipo de infancia y juventud para mí era algo impensable.
Amor, respeto y obediencia deben tener los alumnos para con sus profesores. Esas soeces expresiones que se les oyen, no las oyen en el colegio. ¿Las oyen en casa? ¿Son propias de su jerga? Los padres deben preocuparse por la educación integral de sus hijos, integral en su dimensión física y moral. Si la libertad, rasgo esencial del ser humano, que radica en su dignidad innata, no somos capaces de digerirla, caemos en el libertinaje, que es un mal muy extendido en la infancia y juventud actual y, ante lo cual, desgraciadamente, mostramos una negligencia que los hijos captan como un “laissez faire, laissez passer” de basurero.
Esta infancia y juventud nunca la he conocido en Aldea del Rey. Ante estas expresiones soeces y obscenas de nuestros infantes y jóvenes, entiendo que urge que la comunidad educativa de mi pueblo, padres y profesores, se reúnan con premura y busquen solución a dicho problema, que la tiene.
Alter ego.
En estos días de estancia en nuestro querido pueblo, Aldea del Rey, ya pasados, estando una mañana en la Plaza de España, allí había un grupito de jóvenes, yo diría de niños y niñas, no llegarían a los 12 – 13 años de edad y, me llamaron la atención por sus expresiones, por lo que se decían unos y otras, o unas a otros... lamentable.
Ahora que tanto se debate sobre la asignatura EpC (= Formación del Espíritu Nacional), bien debieran los responsables de la Educación, sea al nivel territorial que sea, comenzando desde arriba, plantearse seriamente qué educación y formación estamos dando a nuestra infancia y juventud.
Ellos, los niños y los jóvenes, no son culpables de nuestra irresponsabilidad y ausencia de grandeza de miras. Somos nosotros, padres, en primer lugar, educadores, en segundo, los más directos responsables de la educación de nuestros hijos. El Estado tiene una función subsidiaria que, evidentemente no puede ni debe eludir.
Echamos de menos, ante el lamentable estado de la educación y la enseñanza en España, que no se promuevan, desde donde corresponda, Movimientos de Regeneración Pedagógica, no en réplica a aquellos Movimientos de Renovación Pedagógica, que en su momento fueron necesarios y realizaron un gran papel, sino para buscarle soluciones racionales, humanitarias y dignas al desaguisado educativo español. Hoy urge la REGENERACIÓN.
En ese grupito de niños y niñas, porque en estas edades la espontaneidad es algo identitario, más aún en la espontaneidad referida a la expresión oral, en conversación con atisbos de disputa o discusión entre ellos y ellas, oí expresiones que dejan el ánimo moral deprimido: una niña dijo a un niño, “te he dicho que te vayas a tomar por c...”, a la que respondió el niño, “no me sale de los c...”, para responderle aquélla, “uda, so m...”. De este jaez eran las expresiones oídas por mí, y no como caso puntual sino con norma general.
Hoy la educación y la enseñanza se caracterizan por un enfoque de galería. Interesa a los padres, prioritariamente, que su hijos superen todas las materias, asignaturas o áreas, tengan o no los conocimientos, hábitos y objetivos superados o no... les da igual. Los niveles exigidos son pobrísimos, y como con tres materias pendientes, hasta incluso cuatro, pueden pasar de curso la motivación tanto de alumnos como de padres está por los suelos. Muchos profesores están totalmente desmotivados, se limitan a cumplir con dignidad el expediente, esencialmente condicionados por su conciencia, las calificaciones que expiden tienen que ser, por ordenamiento de la superioridad, como mínimo de suficiente, se encuentran mediatizados y cohibidos por los padres, sin ningún tipo de protección ni legal ni profesional e, incluso, amenazados y agredidos. Y, para colmo de males, los diferentes y sucesivos informes PISA referidos a España son demoledores.
Antes, y no somos partidarios del “la letra con sangre entra”, al menos había respeto hacia todos y entre todos, se valoraba el esfuerzo y el sacrificio, existía estima hacia el estudio, los alumnos estudiaban y trabajaban en casa, los padres valoraban las calificaciones y, no es que hoy no lo hagan, pero pecan de conformistas, la preocupación de padres y profesores tanto por la conducta como por la expresión de hijos y alumnos, lejos de la negligencia tenía como rasgo el celo y la vigilancia. Hoy el pasotismo nos invade a todos los niveles. Nunca, nunca, jamás, he conocido una infancia y juventud tan deprimente, tan carente de autoestima. Y, en Aldea del Rey, mi querido pueblo, este tipo de infancia y juventud para mí era algo impensable.
Amor, respeto y obediencia deben tener los alumnos para con sus profesores. Esas soeces expresiones que se les oyen, no las oyen en el colegio. ¿Las oyen en casa? ¿Son propias de su jerga? Los padres deben preocuparse por la educación integral de sus hijos, integral en su dimensión física y moral. Si la libertad, rasgo esencial del ser humano, que radica en su dignidad innata, no somos capaces de digerirla, caemos en el libertinaje, que es un mal muy extendido en la infancia y juventud actual y, ante lo cual, desgraciadamente, mostramos una negligencia que los hijos captan como un “laissez faire, laissez passer” de basurero.
Esta infancia y juventud nunca la he conocido en Aldea del Rey. Ante estas expresiones soeces y obscenas de nuestros infantes y jóvenes, entiendo que urge que la comunidad educativa de mi pueblo, padres y profesores, se reúnan con premura y busquen solución a dicho problema, que la tiene.
Alter ego.