Compramos energía a futuro

ALDEA DEL REY: Los comentarios se quedan en la superficie. Pero hay...

Los comentarios se quedan en la superficie. Pero hay un gusano royendo la manzana de Aldea del Rey. Algo sucede allí, y el futuro tiende sus alas para irse por otros pagos más saludables. Se marchita la cantera de mentes superdotadas, millonarios y premios Nóbel en potencia que sientan sus reales allá. El Palacio de Clavería, tan traído y llevado, acumula ruina sobre ruina.
Escuchad, aldeanos, el pueblo se destruye.
Todavía siguen abiertas las heridas de la Guerra Civil y Dios, en las alturas, se ríe del tejado de una iglesia que hace tiempo se desmoronó.
Los ciegos guían a otros ciegos y así nos va: cada vez son más hondos los baches del empedrado.
No se ofrece tregua a la juventud, y la nave del progreso vuela lejos. Vuestros destinos son decididos no en base a vocación de servicio sino en base a la vanidad de los que os parten el bacalao. El ser, el ser, el ser... Todos queremos ser, pero el estilo es como las uñas: es más fácil tenerlo brillante que limpio.
Pueblo de Aldea, mira a tus cielos y ahí tienes tu mejor patrimonio: los campos, los árboles, las brisas, las nubes de algodón en rama... Lejos de la cabila que intenta aplastarte. Estás herido de muerte. Hasta tu imagen de la justicia tiene los ojos descubiertos: prima el lucro y las prebendas inherentes. Fanatismo político a tutiplén. Sepulcros blanqueados. Leñadores de árboles caídos. Y hasta el espacio de las ondas electromagnéticas está sometido a un gobierno que en principio prometía, pero el ansia de acaparar vorazmente un campo que podía contar con mejores trabajadores y el rencor han hecho mella en él, borrando todo anterior visaje angelical y anulando el significado del nombre primigenio.
Aldea, deja que derrame en soledad una lágrima por tu degradación. Porque ya no veo en ti esperanza, y has aniquilado los sueños que nacieron en tu seno. No agosteslas flores que aún perviven en tu campo, y que dentro de medio siglo aparezcas todavía en los mapas. Deja que la solidaridad, más concretamente el amor, lave tu rostro. Y dale a Dios un asiento digno y no un sitial carcomido.
Quisiera poder amarte como cuando aún me dabas esperanza.
ésta es mi libertad de expresión.
Si a alguien le molesta, más me molesta a mi tener que manifestarlo.
El jardinero de las nubes.