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ALDEA DEL REY: Gracias por tu voz de aliento, amigo desconocido, quien...

Gracias por tu voz de aliento, amigo desconocido, quien quiera que seas.
Sé que en Aldea del Rey hay muy buena gente de las nuevas y de las viejas generaciones, pero apenas si pueden salir a flote en medio de los numerosos hipócritas que se creen el ombligo del mundo.
¡Ojalá hubiera cuajado el amor que sentía por el pueblo cuando era joven! Pero no puede ser así. Amo el paisaje aldeano, pero no puedo decir lo mismo del paisanaje aldeano. ¿Qué me importa la política si yo miro antes a las personas, independientemente de su credo político o religioso? Ya está bien de tanto sacar a colación la quema de las imágenes religiosas durante la guerra, si las imágenes son productos de idolatría, y en la misma Biblia se condena la idolatría repetidas veces.
En el pueblo hay cristianos de apariencia: presumen de ir a misa, dejarse la piel en las hermandades y hacer escrititos insustanciales en el programa de festejos (Por cierto, al biógrafo de los Benedictos parece habérsele olvidado consignar a Benedicto por; a lo mejor le guarda cierta inquina personal, como suele ser uso y costumbre a tenor de sus antecedentes). Adoradores de imágenes de palo. Luego no se dan cuenta de que el rostro de Jesús está en cada persona que sufre, independientemente de su condición social. Pero no: sólo son cristianos para que la gente les alabe y encumbrarse como personajillos de medio pelo, nunca más literalmente expresado. A los árboles caídos ni les prestan atención, sólo a la gente que creen importante. Bien lo dijo Jesús: si haces el bien no vayas pregonándolo; que tu mano izquierda no se de cuenta de lo que hace tu mano derecha. Sin embargo, en el pueblo hay que ponerles plaquitas a lo que hayan donado a la iglesia. Menos mal que Dios está por encima de estas miserias, y antes recordará los desprecios perpetrados a sus criaturas humildes y las buenas acciones hechas sin afán de notoriedad... Mucho antes que las buenas donaciones.
Pobre pueblo. ¡Cuántas víboras alientan por tus contornos, deseosas de ensañarse con los mansos corderos! Pero pensad que incluso después de la noche más larga acaba amaneciendo, siempre y cuando le parezca bien al señor que escribe sobre los calendarios de Semana Santa, sin que nunca haya escrito una palabra sobre la práctica de las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (llámese amor)
El jardinero de las nubes.