Aldea, pueblo amado, te has llevado a alguien muy querido a un lugar lejano, en busca de la salud. Haz que vuelva a tu seno con lo mejor de aquello que se antoja perdido. Y aquí cierro los ojos e invoco la presencia de Dios, pues en medio de mi dolor se hace manifiesta. Si no tengo nadie que me acompañe, el Señor me quedará despues de todo, como si fuera una nube de Aldea, donde el llanto se hizo lluvia y la soledad se hizo sombra. Pueblo querido, estate también conmigo allá donde voy, y dame una gota de tu amor. Dame fuerzas y dame la vida de tus cielos, y déjame sentir el brazo de tu tierra, cercando mi alma lejos de toda amargura.
Aldea, si quieres, arrúllame con el amor de una madre. He aquí tu hijo pródigo que viene cargado de arrepentimiento. En tu suelo vierto mis lágrimas y en tu suelo se secarán, algún día, en el dulzor del cementerio.
Ayúdame y dile a Dios que me ayude.
El jardinero de las nubes.
Aldea, si quieres, arrúllame con el amor de una madre. He aquí tu hijo pródigo que viene cargado de arrepentimiento. En tu suelo vierto mis lágrimas y en tu suelo se secarán, algún día, en el dulzor del cementerio.
Ayúdame y dile a Dios que me ayude.
El jardinero de las nubes.