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ALDEA DEL REY: Ha llegado el momento de desvelar un episodio de mi...

Ha llegado el momento de desvelar un episodio de mi vida que ayudó a que acabara convirtiéndome en lo que ahora soy. Sucedió por aquellos años lejanos en los que apenas si se se hablaba del cambio climático y el asunto del SIDA no pasaba de ser un vago rumor. Entonces yo no era capaz de pronunciar palabra cuando me hallaba frente a alguien desconocido; incluso en ocasiones únicamente era capaz de balar como un cordero y el hablar con otras personas era para mí sinónimo de hacer el ridículo (ahora ya he perdido todo sentido del ridículo).
Tuvo lugar una reunión familiar en una finca cercana al Convento. Bueno, era sólo familia postiza y a día de hoy totalmente desechable. Todos hablaban, pues eran gente de mucha categoría en el pueblo. A mí la cortedad se me comía, y corrí a refugiarme a los campos, harto de ser como una sombra transparente para quienes me rodeaban. No tenía más que trece años. Pasé casi todo el tiempo tumbado entre las breñas, repasando la forma de las nubes, repudiándome a mí mismo por no poder ser como los demás. Allí nació el jardinero de las nubes, y fue el momento en que me desposé con la soledad. Nadie fue a buscarme a mi santuario de la soledad. Cuando regresé al cabo de mucho rato, por las miradas que coseché me dio la sensación de que todos dudaban de mi juicio, especialmente mi familia cercana. Así era y así sigo siendo. Los incendios de años posteriores asolaron aquella finca, y ya no queda ni el recuerdo de aquel día de tristeza y soledad. Pero así fue el modo en que aquel muchacho se refugió en Dios y acabó siendo una persona decente... Aunque en aquel momento nadie te ofreciera un asomo de simpatía, yo, ya viejo, te considero mi héroe y te digo que no hubiese deseado vivir otra vida a costa de anular tu personalidad.
Perdonen los que se sientan molestos por mi historia de tristeza. En ocasiones no nos queda más que sentir nostalgia de nosotros mismos.
El jardinero de las nubes.