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ALDEA DEL REY: Para nieves, las que cayeron en Aldea cierto fin de...

Para nieves, las que cayeron en Aldea cierto fin de semana de febrero de 1983. Todos nos habíamos acostado la noche del viernes con el regusto del Un, Dos, Tres, tan sabiamente conducido por Mayra Gómez Kemp. Hacía un frío de bigote, y comenzaban a caer tímidos copos que no eclipsaban la incandescencia de estrellas que se percibían en aquel firmamento del pasado.
Amaneció el sábado, y el pueblo se nos descubrió cubierto de un blanco sudario. Fue difícil levantarse de la cama, pues era muy deleitable el calorcillo de los cobertores y colchones de lana. Fuera de las ventanas..., más de un metro de nieve. Algunas tuberías y calentadores reventaron, pues el agua aumenta de volumen al transformarse en hielo. No había coche que pudiera aventurarse en las carreteras, y se produjeron recortes de suministros. Ese día no se pudo cocer pan, y al punto del mediodía hubo corte generalizado de luz, que duró casi veinticuatro horas.
Y salieron a relucir los gorros y las bufandas de más abrigo, con olor a bolas de naftalina. La Loli, la mujer de Copita, que entonces tenía un remedo de supermercado, hizo su agosto vendiendo botas catiuscas. No se podía hacer otra cosa que disfrutar de la nevada. Se levantó un inmenso muñeco de nieve en la plaza de la Palmera. Se entablaron batallas campales en todos los lugares del pueblo, utilizando la artillería nevada... Fue un tiempo bonito.
Llegó la noche, y con ella el desamparo. Un frío atroz, y las estufas de leña con las panzas encendidas. Las velas, en las palmatorias de tiempos inmemoriales, difundían la suavidad de un aterido recogimiento. Afuera gemía el viento preñado de nieve. Y la cama era una isla de calor en medio del inclemente océano de la noche.
Aquello duró cinco días, hasta que las carreteras se deshelaron y las gotas impetuosas cayeron por las canales de los tejados. Entonces conocimos la aldea de los Alpes Suizos en que se transformó la nuestra.
Las nieves de estos días no tienen ni punto de comparación con las que cayeron en Aldea aquel invierno de 1983.
El jardinero de las nubes.