A principios de la década de 1950, surgió en el pueblo el aviso de que habían sido vistos fantasmas en el camino de la Higuera. Dos temibles sombras blancas que en la madrugada, entre dos luces, se deslizaban al compás. Surgió el espanto entre las mujeres que acudían al lavadero de la Higuera, y quedaban grupos numerosos de las mismas para ir acompañadas; y durante los dos kilómetros que separan del pueblo no cesaban de desgranar rosarios.
En vista de esto, las autoridades metieron baza en el asunto. Una noche, dos agentes de la autoridad se apostaron en un recodo del camino y aguardaron la aparición de los fantasmas... ¿Cuál sería su sorpresa al descubrir que no eran más que dos mujeres que iban camino del lavadero y se protegían con sendas sábanas del frío resencio de la madrugada? Las asustadas fueron ellas al toparse de golpe y porrazo con los agentes de la autoridad.
Hermosos tiempos del lavadero de la Higuera. Agua, verdor, espuma de jabón natural, risas y cielos profundos. Mozas casaderas portando sus coladas en las artesas de la matanza. Canciones que competían con la de los pájaros mientras restregaban las rompas contra las piedras. Siempre había disputas y madrugones por ocupar los mejores sitios del lavadero. Entonces allí corrían las noticias más rápido que en Internet.
De aquello que fue, no queda más que el asfalto y alguna lata abandonada.
El jardinero de las nubes.
En vista de esto, las autoridades metieron baza en el asunto. Una noche, dos agentes de la autoridad se apostaron en un recodo del camino y aguardaron la aparición de los fantasmas... ¿Cuál sería su sorpresa al descubrir que no eran más que dos mujeres que iban camino del lavadero y se protegían con sendas sábanas del frío resencio de la madrugada? Las asustadas fueron ellas al toparse de golpe y porrazo con los agentes de la autoridad.
Hermosos tiempos del lavadero de la Higuera. Agua, verdor, espuma de jabón natural, risas y cielos profundos. Mozas casaderas portando sus coladas en las artesas de la matanza. Canciones que competían con la de los pájaros mientras restregaban las rompas contra las piedras. Siempre había disputas y madrugones por ocupar los mejores sitios del lavadero. Entonces allí corrían las noticias más rápido que en Internet.
De aquello que fue, no queda más que el asfalto y alguna lata abandonada.
El jardinero de las nubes.