Mis nubes corren peligro. El cambio climático, del que todos somos responsables, las amenaza.
Veamos, la raíz del meollo está en un punto de Norteamérica, donde confluyen las aguas cálidas de la corriente del Golfo de México (el Gulf Stream, tan celebrado por Ernest Hemingway en su novela "El viejo y el mar") con los vientos provenientes de Groenlandia y las regiones árticas. Allí se encuentra el termostato del planeta. Al unirse las aguas cálidas con los vientos fríos se originan nubes, que la rotación de la tierra impulsa hacia Europa. Las nubes suavizan las temperaturas. Por eso en Madrid los inviernos no son en exceso fríos, mientras que en New York (que está en la misma latitud que Madrid) los inviernos son muy crudos.
Lo malo es que el calentamiento global está derritiendo los hielos del ártico y los glaciares de Groenlandia. Sin hielo no hay vientos fríos que ayuden a formar nubes al contacto con las aguas cálidas del Gulf Stream; sin nubes que vengan a Europa, debemos despedirnos de nuestros inviernos suaves. Nos toca pasar mucho frío como cualquier yanqui de la costa este. Pensad, si no, en el furioso turbión que ayer asoló al pueblo.
¿Qué es lo que ha averiado el termostato? Nuestras emisiones incontroladas de gases invernadero a la atmósfera (incluidos los cohetes y pólvoras de nuestras ferias y celebraciones). ¿Estamos a tiempo de solucionarlo? Por supuesto, pero eso será objeto de otro artículo. Ahora quisiera echarme una siestecita.
El jardinero de las nubes.
Veamos, la raíz del meollo está en un punto de Norteamérica, donde confluyen las aguas cálidas de la corriente del Golfo de México (el Gulf Stream, tan celebrado por Ernest Hemingway en su novela "El viejo y el mar") con los vientos provenientes de Groenlandia y las regiones árticas. Allí se encuentra el termostato del planeta. Al unirse las aguas cálidas con los vientos fríos se originan nubes, que la rotación de la tierra impulsa hacia Europa. Las nubes suavizan las temperaturas. Por eso en Madrid los inviernos no son en exceso fríos, mientras que en New York (que está en la misma latitud que Madrid) los inviernos son muy crudos.
Lo malo es que el calentamiento global está derritiendo los hielos del ártico y los glaciares de Groenlandia. Sin hielo no hay vientos fríos que ayuden a formar nubes al contacto con las aguas cálidas del Gulf Stream; sin nubes que vengan a Europa, debemos despedirnos de nuestros inviernos suaves. Nos toca pasar mucho frío como cualquier yanqui de la costa este. Pensad, si no, en el furioso turbión que ayer asoló al pueblo.
¿Qué es lo que ha averiado el termostato? Nuestras emisiones incontroladas de gases invernadero a la atmósfera (incluidos los cohetes y pólvoras de nuestras ferias y celebraciones). ¿Estamos a tiempo de solucionarlo? Por supuesto, pero eso será objeto de otro artículo. Ahora quisiera echarme una siestecita.
El jardinero de las nubes.