El calor te obliga a destaparte, a abrir ventanas, a dejar tu alma al descubierto, y eso te da miedo. Te da miedo el contacto con los demás, por eso prefieres las nubes, las montañas y los pájaros. Y a "Dios".
El otoño y el invierno te recogen, te abrigan, y te obligan a cerrar las ventanas, protegiendo tu espíritu. La soledad es tu coraza. Quien lleva coraza pierde flexibilidad. Lo que no es flexible corre más riesgo de rotura.
El otoño y el invierno te recogen, te abrigan, y te obligan a cerrar las ventanas, protegiendo tu espíritu. La soledad es tu coraza. Quien lleva coraza pierde flexibilidad. Lo que no es flexible corre más riesgo de rotura.