Yendo por las calles de esta ciudad bendita, me imagino en-contrarme con el abrazo de tus brazos y el beso de tus labios al doblar cada esquina. Escuchas cómo la catedral esparce al viento el airoso metal de sus campanas, y el mismo me dice que ésta es la ciudad donde vives.
Paso ahora por esta plazuela sombreada por esbeltos árboles del cielo. En este banco tus sueños han reposado, y el surtidor de esta fuente ha sido acariciado por la emoción de tu mirada. Hasta los pájaros me susurran al oído noticias de tu presencia.
Finalmente me he encaminado a las afueras, y en aquella curva del camino he encontrado el pañolito azul con el que sustraes tu rostro al sol del verano... He reído como un niño, y he gritado a los cielos toda la delicia de tenerte como amada.
Y es ahora cuando por fin sales a mi encuentro.
El jardinero de las nubes.
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Paso ahora por esta plazuela sombreada por esbeltos árboles del cielo. En este banco tus sueños han reposado, y el surtidor de esta fuente ha sido acariciado por la emoción de tu mirada. Hasta los pájaros me susurran al oído noticias de tu presencia.
Finalmente me he encaminado a las afueras, y en aquella curva del camino he encontrado el pañolito azul con el que sustraes tu rostro al sol del verano... He reído como un niño, y he gritado a los cielos toda la delicia de tenerte como amada.
Y es ahora cuando por fin sales a mi encuentro.
El jardinero de las nubes.
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