Me gustaría de alguna manera introducirme en esas viejas fotografías en las que luce tu sonrisa. ¡Cuánta vida ha pasado hasta que pude conocerte!
En aquellos años de tu sonreír, yo no tenía espejos en mi casa y las plantas, de tanta oscuridad como reinaba, no podían echar brotes a la llegada de la primavera.
En ocasiones abría mi ventana al atardecer, y contemplaba la díscola danza de las golondrinas sobre el fondo de las nubes ruborosas. Y yo emitía en mi corazón un deseo que no tenía palabras.
Y así quedó atrás mi juventud, y un día te metiste en mi morada sin saber cómo, golondrina peregrina. Te deshiciste de mis sombras, y las plantas florecieron por todos los rincones de mi casa.
Ahora me has hecho feliz. La única melancolía que aún alienta en mi corazón es por no haber podido vivir esas escenas alegres de tus fotografías.
El jardinero de las nubes.
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En aquellos años de tu sonreír, yo no tenía espejos en mi casa y las plantas, de tanta oscuridad como reinaba, no podían echar brotes a la llegada de la primavera.
En ocasiones abría mi ventana al atardecer, y contemplaba la díscola danza de las golondrinas sobre el fondo de las nubes ruborosas. Y yo emitía en mi corazón un deseo que no tenía palabras.
Y así quedó atrás mi juventud, y un día te metiste en mi morada sin saber cómo, golondrina peregrina. Te deshiciste de mis sombras, y las plantas florecieron por todos los rincones de mi casa.
Ahora me has hecho feliz. La única melancolía que aún alienta en mi corazón es por no haber podido vivir esas escenas alegres de tus fotografías.
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