Cuando el jardinero no era capaz de dar a conocer las profundidades de su interior, cuando los años pasaban irremisiblemente y veía que su alma iba a reventar dentro de sí misma… Entonces sus ojos, estando sentado en un banco de la sevillana Plaza de España, se tropezaron con este texto de Rabindranath Tagore (de quien se confiesa discípulo), capítulo número 60 de su libro “La cosecha”:
“El perfume exclama en el capullo: “ ¡Ay de mí, se marcha el día, el día feliz de la primavera, y aquí estoy ... (ver texto completo)
“El perfume exclama en el capullo: “ ¡Ay de mí, se marcha el día, el día feliz de la primavera, y aquí estoy ... (ver texto completo)
