Somos lo que somos gracias a ellas
que en su plan de madres, hermanas o de hijas,
son los seres más preciosos
que ha creado Dios en sus días.
Y ni qué decir de las esposas o
amigas que nos quieren,
nos perdonan y nos miman o, nos recogen, nos amasan
y nos tiran,
somos suyos mientras vivan.