Al comenzar el siglo XVIII, la villa de
Santander comienza a recuperase de las crisis anteriores, que la habían dejado escasa de población, infraestructuras y lazos comerciales. En el aspecto administrativo, ya en 1653 había conseguido, junto a las otra villas, que se retirase a Laredo la condición exclusiva de cabeza de partido. En 1748, la posición preeminente se consolida con la orden real de construir el llamado
camino de las lanas, que uniría
Burgos y Santander, lo que convertiría el
puerto en centro del
comercio del norte.