BIELVA: Bielva,...

leyenda de bielva

en la indomable cantabria
sobre accidentado suelo,
no lejos de donde el mar
la costa lame, o fiero,
rompe con ira sus fuerzas,
tras un dique de montañas
que cierran el paso a los vientos,
donde las nubes
ofuscan el claro cielo
y, despues, el abrupto piso
salpican con bienhechor riego;
donde crece el rudo castaño,
da aroma el romero
y la manzana jugosa
licor ofrece en regueros;
donde la hierba tapiza
los suelos de verde alfombra
y el cajigo legendario
retiene asido el terreno;
donde se amasa la harina
del grano color del fuego;
donde brinca el cordero
y salta alegre el ternero
que, humildes, besan la tierra
que les regala el sustento;
por trono, en una colina
doselada por lleno
a los pies por regia alfombra
el nansa de plateadas aguas,
vese a bielva circundada
de confines altaneros.
de la aldea a un extremo,
aposentada en la altura
que tiene cercano el cielo,
se alza airosa la capilla
del cristo de los remedios.

cuando los ultimos fulgores
del sol la tierra doran,
avanzan silenciosos
del cabezo por la cuesta
cien soldados de la francia
que se ven llegar a bielva.
en las alturas se apostan
los celosos centinelas
y en la explanada del santo,
que a la capilla rodea,
los soldados fatigados
para el reposo se aprestan.
la noche cubre el pueblo
con su triste manto,
por la transparente atmosfera
se irradia el calor escaso
y en la lontananza inunda
la nieve el tapiz blanco.

entre la manta escondido
tiembla el francés apostado
y el que yace en duro suelo
no logra juntar sus parpados.
poco a poco se incorporan
se frotan las manos frias
y luego el piso helado
sus miembros aterecidos
arrastran refunfuñando.
según la noche es mas densa
la helada sigue aumentando
y con el frio aumenta
la protesta del soldado.
las miradas se dirigen
de pronto hacia el templo santo
y los guerreros encaminan
hacia la puerta sus pasos.
saltan las puertas endebles
a los esfuerzos humanos,
se precipitan dentro
los ateridos soldados.
uno se postra en las gradas
un ruego al cristo elevando,
más satánica burla,
le corta el deseo sano.
la paz del templo se viola
con regocijo mofando.
la piedad se escarnece
al cristo retando.
los objetos de culto
a indigna hoguera dan pasto.
dos impios al altar
del santo cristo han saltado
y con golpes de martillo
maltratan el leño santo,
insana idea les mueve
que al cielo clama,
a la sacrilega acción
atentos estan los ánimos.
más ¡ahí! que ya desprendida
del crucifijo una mano,
se mueve sobre sus goznes
airado el bendito brazo.
como topan negras nubes
de la atmosfera en lo alto
y retumba el trueno ronco,
así sacude el terrible choque
en la cabeza del desdichado.
vacilan los dos infames,
se estrellan contra el suelo.
vislumbran los espiritus
de la justicia el relampago.
atónita la turba calla
al crucifijo mirando,
aún ve cerners en la cruz
el severo brazo…
todos se postran en tierra
pidiendo el perdón con llanto.

huyen las sombras
que persigue el día claro,
la cruel noche del espiritu
cede al resplandor del ánimo.
la fama se extiende
del santo cristo de bielva
a quien acuden las gentes,
que en el pecho la fe albergan,
proclamando milagrosa
aquella imagen severa.
los ancianos y los niños
los hombres y las doncellas
pidiendo gracias acuden
a la solitaria aldea.
los favores se suceden
que la devoción aumenta.

cuando el otoño llega,
con regocijo, celebran
los piadosos habitantes,
el cristo, la ansiada fiesta.
el bronce de las campanas
sus vibraciones acrecienta
cantando un himno de dicha
que regocija la aldea.

Bielva,
donde crece el rudo castaño,
da aroma el romero
y la manzana jugosa
licor ofrece en regueros.

Yo me decanto por esta estrofa, cada loco con su tema.

Lo cierto es que la leyenda está muy bien, no sospechaba yo que Don Heraclio fuera poeta, y muy bueno, le hacía más pragmático, yo de niño, siempre le veía trabajando en "La Obra", era la casa que siempre estaba acabando de hacer.
Le recuerdo un día en el alero del tejado, sentado casi en el borde, con su pierna tiesa, yo le vi desde la puerta de atrás de la iglesia y me asusté. Además tenía un pinche joven con él, no diré quien era, estaba un paso más atrás por si necesitaba apurrirle alguna cosa, y como se ve que se aburría, hacía gestos como si le fuera a empujar. Yo tendría ocho o diez años, y salí corriendo para que no me viera el pinche, si me descubría seguro que cascaba para que no lo contara.
Bien, veo que el foro está por "to lo que vale", hay gente nueva muy animada, me voy a la cama "contento de alegría".

Hasta luego...


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