Como todo lo sobrenatural e ignoto, la mayor parte de aquellos riscos carecen de nombre. Tiénenle algunos de los que son visibles desde la habitada hondura. Tendránlos todos un día si la raza minera hace asiento y se perpetúa en ellos: porque zapadores y canteros, cuyo mudable norte es el sol y su aguja la sombra, necesitan propia geografía para orientarse y reconocerse, y a esta necesidad responde admirablemente el popular instinto.
Relatos por los Picos, Diario de un Caminante:
Su tajado ... (ver texto completo)
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