Allí donde solo se respira paz, donde el
reloj del tiempo parece detenerse, mi querida Virgencita de
Montes Claros, cuantas veces te visité con mis padres. Hoy que desgraciadamente me quedé sin ellos sigo visitandote y lo seguiré haciendo todos los años mientras mis fuerzas me lo permitan, cuantos recuerdos duermen en tu
ermita!, la
fiesta de la rosa el susurro del Ebro cuando subiamos hacia la ermita, las
excursiones desde
Malataja con los niños de la
escuela. En fin a veces pienso aquello de cualquier
... (ver texto completo)