A ello contribuye, no cabe duda, su aislamiento. Y es que desde lo alto de la colina, y rodeado por el bosque de Bellver, resulta más fácil descontextualizar el inmueble y abstraerse de los cambios que el desarrollo turístico provocó en la isla. La construcción del
castillo de Bellver se inició en 1300 por mandato del rey Jaime II, quien quería erigir un
palacio-fortaleza donde refugiarse en caso de que la isla fuese atacada.