La princesa y su séquito se escondieron en una
cueva, en la que pasaban el tiempo contando historias y probándose las joyas y los vestidos. A finales de diciembre, escucharon un estrépito provocado por la caída de las
murallas de Medina Mayurqa. La princesa mora gritó y con su voz provocó un derrumbe, que las dejó encerradas dentro, con el fabuloso tesoro.