Apenas un año después, el rey murió, y le sucedió en el trono su hermano Martí I, quien tachó al alquimista de estafador y lo hizo encarcelar. Eran tiempos difíciles para desafiar al catolicismo, sin embargo, la reina intercedió por él, y el francés regresó a su patria. Cuando Jaime I conquistó
Mallorca, mantuvo la tendencia musulmana de que el gobernador de la isla o las máximas autoridades, residieran en el
palacio de la Almudaina.