Entre los años 1611 y 1613 el prior del
convento de Sant Domingo de Palma, fray Bartolomé Reus, trabajó para el establecimiento de una
casa femenina de esta orden en Palma, incluso adquirió los terrenos necesarios, pero su muerte frenó aquella iniciativa. En 1656 el noble Joan Baptista Despuig otorgó un testamento en el que dejaba bienes que debían permitir la fundación del
monasterio femenino.