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Precioso es el panorama que se contempla desde el lugar de Es Cubells, justo detrás de donde se encuentra el monumento a Fray Francisco Palau.
Diariamente desembarcan cientos y cientos de turistas ávidos de recorrer los caminos que conducen a distintos lugares: playas, La Mola..., lo que deriva en una importante actividad en restaurantes y bares, pero también en el sector de alquiler de automóviles, motocicletas y bicicletas, amen del tráfico de viajeros en los ferrys que unen Formentera con Ibiza.
Monumento a Julio Verne junto al faro de La Mola. Aunque no se explica la relación con este faro o la isla, supongo que alguna tendrá el italiano con el entorno, aunque solamente sea con el mar.
Lugares bonitos en las proximidades de este aparcamiento y restaurante, donde, por cierto, por un triste café con hielo te soplan 3,00€. La Agencia Tributaria debe encargarse de vigilar si se expiden tiques con las consumiciones que se despacha. El café era algo más que corriente, pero su precio exagerado.
Un lugar bonito para disfrute de los más privilegiados.
No es precisamente uno de los lugares que más me han gustado de la isla. No es una ciudad agradable y tranquila, está concebida para la diversión y para la gente joven, generalmente extranjeros. Sin embargo, en sus proximidades hay playas que nadie debe perderse.
Espectáculo sobrecogedor el de estos acantilados contemplados desde las proximidades del faro de La Mola.
Costa acantilada la que predomina entre Es Canar y Santa Eulalia, donde no faltan las casas entre la tupida vegetación de pinos del lugar.
Una muestra de la grandiosidad de la fortificación que defendía de ataques a Dalt Vila es esta puerta presidida por el escudo del rey Felipe II.
Calas con acantilados a los que solo llegan las gaviotas
Aguas limpias y arenas finas, es una de las playas más atractivas de la isla a la que acuden mucha spersonas.
Playa larga y concurrida, cercana a la capital isleña, pero con dificultadas para encontrar donde dejar el automóvil.
No es que la playa sea mala, pero no es la mejor, ni de lejos, de una isla donde recorriendo pocas distancias hay muchas donde elegir.
El faro de La Mola, como otros muchos de nuestra costa, está automatizado por lo que las instalaciones anexas permanecen deshabitadas dando la sensación de estar abandonadas a su suerte. Antiguamente vivía en el lugar el farero con su familia que se ocupaban de tener toda la zona en perfecto estado de revista.
El rio que pasa bajo el puente es el único curso de agua perenne todo el año.