VIEGO: ROSA. ELOÏNA. Amigos todos, no es que me sienta hijo...

ROSA. ELOÏNA. Amigos todos, no es que me sienta hijo adoctivo...! que mas quisiera yo! Me basta con el hecho de que me habéis aceptado, tal y como soy, y por no dudar de sentimientos recíprocos en lo humano de las cosas. Dije, cuando tuve la grata sorpresa de "tropezar" con Manuel que como creo haber señalado, hemos frecuentado algunos lugares, sin saberlo.. hasta el límite de haber vivido en el mismo número en Madrid, hace muchos años, cuando mi juventud estaba en la creencia, de que ya era el mundo suyo, hasta que me di cuenta de que este, en parte, yo le pertenecía, sin doblegarme a sus caprichos.
Solo dos veces, he estado en esa tierra, la segunda, cro que la recorrí desde sus montañas hasta el mar, y desde Cantabría, a Galicia... pero lo mas importante, ha sido que de los pocos amigos a quienes se les puede nombrar como tales, era de esas tierras. Lo conocí en Paris y nuestra amistad fue duradera. Nuestras ideas y pensamientos, caminaban paralelas: era un buen chico, que no se enfadaba nunca, pese a que alguna vez le robé la chavala en la que había puesto su ojo... Esta presunción por mi parte. ruego la excuséis si bien llegó a suceder, y, naturalmente, nos lo contábamos.
También es cierto que recordando una anécdota, que nos sucedió en "Le parque de Saint Cloud", creo que me voy a volcar sobre ella, para añadirla a:"SIEMPRE HAY ALGO QUE CONTAR" por si vuestro paisano, aún pertenece, al mundo de los vivos, y me respondiera por alguna parte. Hoy le voy a preguntar solamente, "amigo, que me relataste, tu historia de joven minero, la de tus padres, y, sus sufrimientos, cuando tu me mostraste, la verdadera cara, de lo que quisieron vendernos (al menos a mi ignorancia) y como acabamos comentando la actitud de aquel borracho que abrazado a un árbol del parque. "hablaba con el árbol"y sobre lo que comentamos: Tal vez desearía estar hablando con alguien y ese alguien no sabe o no quiere escucharle. Pues bien, amigo, nostálgico de tu tierra, y de aquella foto que me mostraste un día: yo soy aquel, que ese mismo día, acabamos juntos con el grupo, en casa de Emilia: la Emilia entrañable, abandonada por su marido, y obligada, a gabarse la vida lejos de Valencia... y todo porque la mujer en aquellos tiempos, no la quedaban muchas salidas.
LIBERTAD.

Solo me queda como final, guardar la historia del borracho para otro día.


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