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VIEGO: Yo siembro a todo viento LXXXIV...

Yo siembro a todo viento LXXXIV
De mes a mes desde el corazón de España
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(El ejercito de las guadañas) Fue otro DIA de ARCENORIO de 194…….
Volvíamos de Arcenorio, Dora, Paulino, Adolfo y yo, y como de costumbre había invitado a mi amigo el escritor.
El día fue duro, pues era largo el camino y entre visitar la ermita y danzar al son de la gaita, se había pasado el día.
Veníamos apretando el trote del caballo, pues decía Dora que teníamos que llegar antes que anocheciera porque aún quedaban maquis en la montaña.
Ellos, mis primos, venían bien, pues estaban acostumbrados a cabalgar, pero yo venía de la capital y aunque había servido en caballería no avanzaba nada con aquel jamelgo que me preparó mi tio Jacinto.
Como os digo, solía quedarme retrasado, a veces era algún otro el que también se quedaba y como además habíamos chupado bien de la bota, pues eso, teníamos que hacer nuestras necesidades fisiológicas.
La última vez que me quedé atrás, recuerdo que fue Dora quien dijo: Ahora ya no te pierdes, aquellas son las luces del pueblo (y eran pocas) Solté las riendas del caballo y el sólo me llevaba, sabia el camino de la casa mejor que yo, además le esperaba su pienso y el animal tiraba de su cuerpo.
Al llegar cerca del pueblo, vi. que había dos esperándome y creí que eran Paulino y Adolfo, pues Dora no podía ser, ya que llevaba un caballo tordo y se distinguía de lejos, cuando vi. que no eran ellos me puse muy nervioso.
Al llegar a su altura, di. las buenas noches y traté de seguir adelante, pero uno de ellos gritó. ¡Eh, chaval, para! ¿De donde vienes tan solo? (como me hubiese agarrado al amigo escritor para describir aquellos personajes)
Expliqué: que venia de Arcenorio y que venia mal por la caminata, que no estaba acostumbrado al caballo y que mis primos iban delante, a lo que añadió el más joven
¡Qué lástima!
Me ofrecieron un cigarrillo, que no acepté., porque no fumaba y además lo que yo tenía ganas era de salir corriendo, entonces el más joven preguntó al otro..
¿No nos quedamos con nada?
No, Añadió- Si quieres nos quedamos con el rapaz “ Por qué al no haber pan buenas son tortas ”
Yo en ese momento perdía los estribos, nunca mejor dicho y no me acordaba para nada que estaba escocido.
Mi pensamiento hablaba con el amigo escritor, al mismo tiempo que mis labios repetían una y otra vez., Maricones, maricones ….
Se oían voces y gritos y pensé… ¡Bueno ya estoy en el pueblo!
Según me iba acercado, los gritos sonaban más fuertes, pensé …
¿Estarán regañando en el chigre?
Ya venían en mi busca los primos, lo que fue de una inmensa alegría.
Pero como las malas noticias no vienen solas, o la gente le gusta darlas a dúo o por triplicado, aquello sonó a miedo.
¡Han matado al hijo de del tio … ¡
Aquello del encuentro en el camino y ahora la noticia de mis primos me había puesto tan nervioso que se me cortaba el habla ¿Cómo me hubiese gustado tener un caballo con alas para salir volando del pueblo.
Cuando llegamos al Chigre las noticias ya eran otras, estaba todo el pueblo en la calle con palos, con guadañas y querian ir en busca de los asesinos. Cual no sería mi sor presa al escuchar … ¡Asesinos los civiles!
Parece ser que cuando llegaron los guardias, venían buscando a los maquis. pues alguien les debió de avisar que estaban en casa de Julio y que querían llevarse las vacas y al cruzar por el Puente de Milo, pasó por allí el chaval. le dieron el alto y como no paró, porque el miedo era muy grande en esa época, al pobre le dejaron seco al lado del río.
Desde luego nunca vi. a la gente del pueblo con más ganas de venganza que aquella noche.
Al frente de el “ Ejercito de la Guadañas”, estaba el padre de Julio. Nada era saber que en casa de su hijo, primero habían estado los maquis y ahora estaban los civiles, y que le estaban interrogando fuertemente, como solían hacer ellos.
Desde luego los maquis habían estado en casa de Julio y creo que se habían llevado las vacas y algo de comida que le habían pedido a Teresa, pues a Julio no lograron pillarle, ya que con gran valor se tiró desde el desván por la parte de atrás de la casa y se perdió entre los maizales.
Cuando llegaron los civiles ¡Donde estarían ya los maquis!
Ellos en la aldea no mataron a nadie, bajaban por comida, tenían que seguir viviendo. Avanzaba el ejercito de mis paisanos con el padre de Julio al frente, pero al llegar a la calella donde vivía su hijo, algunos ya se iban haciendo los remolones – el miedo era grande –
Al llegar a la esquina de la casa, ya nadie se atrevió a avanzar y se callaron como muertos
Sólo el padre fue a llamar a la puerta de su hijo.
- Nunca lo hubiese hecho _
Los guardias civiles debían estar nerviosísimos, después de matar al mozo en el puente.
O debieron figurarse que regresaban los maquis y que iban a matarlos allí dentro de la casa.
Sin mediar palabra acribillaron desde el interior al pobre viejo.
La gente huyó a la desbandada.
Los guardias al comprobar su segunda equivocación, se perdieron también por los maizales. Mientras, la pobre Teresa, horrorizada, pedía auxilio y tomaba entre sus brazos el cuerpo ensangrentado.
-Buena Romería de Arcenorio, le dije al escritor.
Pero no pudo contestarme, pues también el estaba llorando...

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Relato certero, si acaso un poco novelado, donde omito varios nombres, que se me escapan de la mente, por la fuerza de los años,

Manuel González Alvarez

Que este año 2010, que lo paseis muy bien y seais muy felices
MANUEL DE VIEGU