PARA PEDRO, PRIMER ASTURIANO, AL QUE LLAMÉ
AMIGO Y CUYA
AMISTAD, SE PERDIÓ EN EN EL TIEMPO.
No todas las
noches, la Luna alumbra escenas de amor. Esta viaja con su luz prestada, a diferentes lugares, y si nos contara, nos relataría infinidad de historias de risas y de lágrimas. También las estrellas; mudas espectadoras, si hablaran, podrían, colmarnos infinidad de historias: pero si el ser humano, porque este, tiene memoria, y este, se mira a si mismo, galopando en afanes, y entre estos, siempre
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