VIEGO: PARA PEDRO, PRIMER ASTURIANO, AL QUE LLAMÉ AMIGO Y...

PARA PEDRO, PRIMER ASTURIANO, AL QUE LLAMÉ AMIGO Y CUYA AMISTAD, SE PERDIÓ EN EN EL TIEMPO.

No todas las noches, la Luna alumbra escenas de amor. Esta viaja con su luz prestada, a diferentes lugares, y si nos contara, nos relataría infinidad de historias de risas y de lágrimas. También las estrellas; mudas espectadoras, si hablaran, podrían, colmarnos infinidad de historias: pero si el ser humano, porque este, tiene memoria, y este, se mira a si mismo, galopando en afanes, y entre estos, siempre ha habido la victima y el verdugo. Y es que el hombre, es un raro animal, que ama, y al día siguiente, se contamina, de un odio, que le lleva a ser una fiera peligrosa... no deteniéndose ni ante el llanto de un niño... Tres niños y un anciano... un caballo prestado, por un vecino, y... montaña arriba... huyendo. El corazón late y se revela a la vez que se pregunta:"! Como es posible!"
Lo es: Es un cuento real cuento real, vivido por un abuelo que días antes contaba cuentos hermosos a sus nietos.
Manuel nos ha cotado una historia, no precisamente de amor. La mía... La Tuya amigo Pedro, me la ha recordado Manuel.
Tres niños y un anciano, bajo las estrellas (la luna se asomaría mas tarde por las cumbres: me decías, aquel día, en que yo supe lo que ya imaginaba y no hubiese querido aprender nunca. Recuerdas, amigo, asturiano? ¿Recuerdas como nuestra amistad se hizo sólida a partir de aquel día en que venciste tu desconfianza, al igual que nuestro común amigo Emilio?
Hoy quiero contarla: No la ha berrado el tiempo... si decirte que a partir de ese día, mis rezos fueron encauzados por otros derroteros. Tu los había perdido de muy niño... Tu los "perdiste"-me decías, el día en que en compañía de, de tu abuelo, y tus dos hermanos, erais perseguidos, por aquellos senderos montaña arriba. Tu me describías como en un alto en el camino, la pequeña tenía hambre y lloraba, y no había pan y queso para todos,... y como tu abuelo y tu, esperabais llegar has ta el pueblo donde os esperaba, la hija de vuestro abuelo. Tu me contaste, como la pequeña lloraba, la pusiste tu mano en su boca, desesperado, y la repetías que el bosque estaba lleno de alimañas... Ella no entendía a que clase de alimañas te referías... Un vecino llego con un caballo, y os dijo de marchar... Oíste algo que callaste, a tus hermanos y lloraste sin que ellos se dieran cuenta...
"Tenéis que marcharos, se han llevado a tu hija y tu yerno, hasta la tapia de... y a la luz de los faros...
! Vamos... hijos vamos! -Dijo el abuelo...
! Yo quiero que venga mi mamá!-decía a gritos la hermana pequeña. Se acercó el abuelo y dijo:
! Vamos, monta conmigo... vamos en busca de mamá.
Estábamos, tu yo y Emilio, mientras los demás, alegremente cantaban en un rincón "del Royale" y al final, nos marchamos a "Garches", a casa de Emilia. Era un día de paz y aunque ya hacía tiempo en que no creía en Los Reyes magos" me uní a vuestro villancicos con todas mis fuerzas. Allí nació nuestra amistad, que luego se perdería en el tiempo.
Dos veces he estado en esa tierra: una de ellas, me he recorrido valles y montañas... Hoy, el relato de Manuel, y algunas fotos de aldeas, me han llevado hasta tu historia. Me alojé en una pradera, cubierta de verdor, por la noche he querido preguntar a las estrellas: ¿Cual de esos caminos andaría Pedro aquella noche...? Un trueno retumbó en la montaña: Poco después se perdieron entre las nubes las estrellas.
LIBERTAD


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