Una vez fui a
Salas. Subí al
cementerio y le hice una
foto a
San Roque (el de la foto). Al regreso de mi viaje y revelar el
rollo, vi que la foto había salido desenfocada. Cuando regresé al año siguiente y quise hacerle otra foto, el
santo ya no estaba; pero es que, además, nadie supo decirme dónde paraba.
Ya me lo habían advertido: "guarda esa foto como oro en paño que a este santo le queda poco de estar aquí". Y efectivamente, el santo desapareció. Y claro, como los curas andan tan ocupados en
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