Durante muchos años, estos nobles animales colaboraron en el trabajo de arrastre de los vagones del carbón.
La fuerza de estos animales era descomunal.
El
edificio del Cantiquín, esi que se ve desde la Pola, tenía en la parte baja, unas amplias
cuadras, donde se recogían y cuidaban a estos animales, después de una agotadora jornada.