Los lavianenses desde antiguo han sido unos buenos pescadores de truchas.

Aunque intenten domesticar al río, con escolleras de grandes piedras, para que tome su curso una forma rectilinea y escalonada, el Nalón es una corriente de agua brava y "cuando se enfada en los inviernos" toma el camino que siempre fué suyo, saliéndose del cauce, cuando le parece bien, a su fuerte caudal.

Los niños de Laviana pasábamos gran parte de nuestro tiempo libre en sus orillas, (todos sabíamos nadar, desde pequeños). Jugábamos en los bosquecillos de rivera, entre humeros, saucos, mimbreras...