Durante las vacaciones, cuando yo regresaba del internado en
Palencia, allá por 1960, lo primero que veía al bajar del
tren y salir de la
estación era esta
calle. Y con 11 años, la veía mucho más larga de lo que es. Y podeis creerme si afirmo que la Teoría de la Relatividad es bien cierta, porque, cuando se tiene que arrastrar con una enorme maleta que parecía cargada con una papeleta de carbón, la calle era más larga. Para cuando llegaba al
puente, frente al
cine, tenía que hacer una nueva parada
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