LOS CUBOS DE LA MEMORIA
(Para Felipe Salvio Somohano)
El Mar Cantábrico briza
Los Cubos de la Memoria
Y los acuna la música
Incesante de las olas
Que rompen contra la barra
Los cristales de sus copas
Llenas del licor antiguo
De la espuma embriagadora,
Que fue sombra antes que luz
Y ahora es luz antes que sombra.
Allá por el horizonte
La mar y el cielo se ahondan
Y se funden para siempre
En una mística boda
De fuerzas elementales
Unidas en una sola.
Las nubes quieren mirarse
En el mar a todas horas,
Pero el mar no es un espejo,
Sino un dios que no se asombra
De ver el cielo desnudo
Que las nubes algodonan.
El cielo quiere ser mar,
El mar quiere ser gaviota
Para volar libremente
Sobre la asturiana costa,
Y cruzar los farallones,
Y las playas que reposan
Entre los brazos del tiempo,
Y los prados que se asoman,
Desde los acantilados,
A las aguas misteriosas
Que dan origen al mundo,
Y ver las islas ignotas
Que flotan sobre las aguas
Azules de la memoria,
Y descansar dulcemente
Sobre el paisaje que roza
Una mano transparente
Con la seda de sus ondas.
Por las murallas el viento,
Por la torre la luz honda
De la tarde de diciembre,
Y en el mar las caracolas
Repitiendo aquellos versos
Donde Celso Amieva evoca,
Con un amor infinito
Y una nostalgia sin sombra,
Desde el dolor del exilio
En tristes tierras remotas,
A Llanes, la más bravía,
Y la villa más hermosa
Que pudieran ver los ojos
En la cantábrica costa.
¡Salve Celso, salve Llanes,
Salve Agustín Ibarrola,
Salve Salvio, salve Asturias,
Salve el nombre que os nombra,
Os salvan, eternamente,
Los Cubos de la Memoria!
(Santander, 7 de diciembre de 2004)
ANTONIO CASARES.
(Para Felipe Salvio Somohano)
El Mar Cantábrico briza
Los Cubos de la Memoria
Y los acuna la música
Incesante de las olas
Que rompen contra la barra
Los cristales de sus copas
Llenas del licor antiguo
De la espuma embriagadora,
Que fue sombra antes que luz
Y ahora es luz antes que sombra.
Allá por el horizonte
La mar y el cielo se ahondan
Y se funden para siempre
En una mística boda
De fuerzas elementales
Unidas en una sola.
Las nubes quieren mirarse
En el mar a todas horas,
Pero el mar no es un espejo,
Sino un dios que no se asombra
De ver el cielo desnudo
Que las nubes algodonan.
El cielo quiere ser mar,
El mar quiere ser gaviota
Para volar libremente
Sobre la asturiana costa,
Y cruzar los farallones,
Y las playas que reposan
Entre los brazos del tiempo,
Y los prados que se asoman,
Desde los acantilados,
A las aguas misteriosas
Que dan origen al mundo,
Y ver las islas ignotas
Que flotan sobre las aguas
Azules de la memoria,
Y descansar dulcemente
Sobre el paisaje que roza
Una mano transparente
Con la seda de sus ondas.
Por las murallas el viento,
Por la torre la luz honda
De la tarde de diciembre,
Y en el mar las caracolas
Repitiendo aquellos versos
Donde Celso Amieva evoca,
Con un amor infinito
Y una nostalgia sin sombra,
Desde el dolor del exilio
En tristes tierras remotas,
A Llanes, la más bravía,
Y la villa más hermosa
Que pudieran ver los ojos
En la cantábrica costa.
¡Salve Celso, salve Llanes,
Salve Agustín Ibarrola,
Salve Salvio, salve Asturias,
Salve el nombre que os nombra,
Os salvan, eternamente,
Los Cubos de la Memoria!
(Santander, 7 de diciembre de 2004)
ANTONIO CASARES.
