CANDAS: La Matiella de Candás”...

La Matiella de Candás

Soneto I

El cielo abrió su espacio peregrino
al mar, si, al agitarse en sus cabriolas,
la luz miró y halló el ocaso a solas,
sabiendo su dorado en su camino.
El brillo de un destello repentino
podrá decir secretos a las olas
en playas de calladas caracolas,
si sienten ya su fuego vespertino.
Probar puede la luz del alto cielo,
castillo que debate la hermosura
del sol, que es mar abierto a la pureza.
Carreño el brillo sabe desde el suelo
que rasga con honor la noche oscura
que vence, entre la helada, la maleza.

Soneto II

Tendrán, después de todo, ese estandarte
que pide el cielo claro que despide
aquello que en los mares siempre pide
la llama que fue llama para el arte.
Carreño lo verá, y en cada parte
su rezo será luz donde se mide
un mar que con su espuma se decide,
y nunca ha de acabar de conquistarte.
Serás como esa luz, donde se ponga,
si muere el sol, si lento ya declina,
que puede hacer su voz la retirada.
Quizás algún milagro en Covadonga
suponga que eres alma en la neblina
que llora donde llora la alborada.

Soneto III

¿Me dicen que eres cielo y compostura?
Te siendo acaso más alborotada,
que vives como el mar, siempre agitada,
un grito que en el aire se apresura.
¿Y dices que eres mar a la aventura?
Yo digo que eres mar a la alborada,
que naces con la luz que ya cuajada
destellos en los mares inaugura.
¿Y sé de ti quizás lo que no el día?
Ignoras lo que sueño en cada beso:
decir cosas así sería osado.
¿Si un verso te escribiera mentiría?
Mentir me dará luz, seré travieso,
mas tú eres, con el mar, un cielo ahogado.

2018 © José Ramón Muñiz Álvarez