BELEÑO: Cuenta Herculano- y decimos cuenta, porque no existen...

Cuenta Herculano- y decimos cuenta, porque no existen fundamentos sólidos para tal afirmación,--que despuès de la batalla, que el historiador portugués llama de Kiysus, el héroe de la Reconquista, el ínclito Pelayo, buscó abrigo en los puertos de Ponga, esperando en aquellos desfiladeros se le reuniesen los amigos y furtivos del Guadalete.
Triste y solitarío en las fragosidades de Arcenoriu, pero con fe y esperanza en los futuros destinos de la hispana tierra, tan Cánicas (1) de los romanos, siguiendo el curso del Sallia" Sella", en los postreros dias de julio del año 718, en cuyo reducido lugar se veian multitud de gentes de todas clases y condiciones, montañeses, cántabros, astures y galaicos, guerreros romano-españoles de la provincia del interior; próceres y obispos godos, señores y esclavos, que huyendo del torrente desolador de la invasión agarena venian á buscar refugio en estas erguidas montañas. El eco de los últimos triunfos de Tarik habia resonado en ellas; se habia extinguido la última esperanza. Los ancianos y mujeres, creyendo muy próxima la muerte, demandaban á los sacerdotes la absolución de sus pecados; los mismos jóvenes hablaban de ofrecer obediencia á los afortunados moros, cuando de improviso se presenta ante desolada multitud un joven guerrero, envuelto en largo manto, cubierto con tosco yelmo, y seguido de un escudero. Su estatura aventajada, su larga cabellera rubia, tendida sobre las espaldas al uso de los godos, su mirada grave y majestuosa y su rostro hermoso y varonil, dieronle pronto a conocer.
-Es Pelayo es nuestro duque- decian los cantabros-Es aquel niño que veiamos llorar en Túy cuando el bárbaro Witiza quito la vida a su padre- decian los galaicos-Es el más valiente de los españoles- decian todos. Bien pronto se dejó escuchar su voz robusta en rudo discurso que hizo renacer la bravura en aquellos corazones abatidos. Continuara
______________________________ ______________________________ _____________________ (1) pequeños apuntes este curioso ejemplar fué regalado por D. Victoriano Garcia Ceñal á el distinguido y querido compañero Dr. D. Eujenio Gutierrz, conde de San Diego, de la Real Academia de Medicina y profesor peritísmo del Istituto quirúrgico de Rubio.