Diferente, divertida y peculiar, esta es una de las
fuentes más singulares y simpáticas de
Zaragoza. Construida en 1989 por Rafael Barnola, está compuesta por nueve calderos colgados de ganchos de hierro, de los cuales cae
agua a una
pila rectangular construida en
piedra. El conjunto se considera un
homenaje a la cultura popular a través del uso de material reciclado, como son los calderos utilizados para la
matanza del
cerdo, y a la vez se hace eco de la estética del
Arte Póvera italiano y de otros movimientos renovadores de los años setenta.