Constituye la mayor y la más vistosa de todas las
fuentes existentes en el
parque, y se denomina así por los citados leones de
piedra que se encuentran a su alrededor, ubicados sobre pequeñas peanas, y de cuyas bocas surgen chorros de
agua.
Elevada respecto al nivel general del suelo, la
fuente tiene una forma poligonal estrellada que aparece cortada perpendicularmente por dos
caminos ortogonales, resultando así dividida en cuatro estanques simétricas e individuales. En el centro de los dos caminos aparece una taza baja, con surtidor y decorada con dibujos cerámicos, en su origen realizados por Ramos Rejano, y actualmente restaurados por el taller de Mensaque Rodríguez.
Estanque alargado y con surtidores ante la Fuente de los Leones.
Los leones que pueden verse en la actualidad son obra de Juan Abascal de 1956 y sustituyen a los originales realizados a principios del siglo XX con motivo de la Muestra Iberoamericana. Aparecen apoyados en el suelo sobre sus patas traseras, semierguidos, y abrazando con las delanteras a un gran
escudo que se muestra de pie, delante de ellos.
Esta fuente se complementa con un alargado y estrecho estanque bajo y salpicado de surtidores a ambos lados, que se extiende delante de ella, en un amplio espacio ajardinado y flanqueado por naranjos, cuyo conjunto evoca a los existentes en los
jardines nazaríes de la ciudad de
Granada