la cartuja, SEVILLA

Podemos encontrarlo en La Cartuja de Sta. María de las Cuevas se encuentra situada sobre la fértil orilla derecha del río Guadalquivir frente a la ciudad y en su salida hacia Itálica y el Aljarafe. En este lugar, gracias a las riquezas de sus barros y arcillas, se instalaron numerosos hornos alfarertos almohades, y fue en uno de ellos, según se deduce en la actualidad, donde en 1248 apareció la imagen de una Virgen, denominada por ello, la Virgen de las Cuevas. Para venerar esta imagen se instala primero una ermita franciscana y en 1399 Gonzalo de Mena, Arzobispo de la ciudad de Sevilla, funda el Monasterio de la Cartuja y dota de más terreno al Convento

En sus cuatro siglos y medio de existencia, la Cartuja ha conocido momentos de gran esplendor y otros de grave crisis. Su situación geográfica, en la margen del rí; o Guadalquivir, ha hecho que el Monasterio estuviera sucesivamente azotado por anuales inundaciones. A lo largo e la historia, la comunidad cartuja, para su protección y enriquecimiento, ha estado acogida a los patronazgos sevillanos de familias como los Mena, Ribera y Veraguas. Fue en esta Cartuja donde se depositaron los restos de Cristóbal Colón durante treinta años, dado que el almirante era asiduo visitante del Monasterio, en cuya hospedería preparó su segundo viaje. Santa María de las Cuevas fue también retiro espiritual de Felipe II y la frecuentaron personales como Arias Montano y Teresa de Jesus y todos los reyes españoles de paso por Sevilla. En el aspecto artístico el Monasterio se enriqueció con importantes colecciones de Alejo Fernández, Durero, Pace Gazini y Aprile de Carona; Montañés y Mesa; Murillo, Cano y Zurbarán;, Pedro Roldán, Duque Cornejo, etc.

La Cartuja fue, más que un monumento estable, una ciudad amurallada en continuo cambio. En 1810 durante la invasión napoleónica, fueron expulsados los cartujos y el Monasterio, invadido por los franceses, fue transformado en cuartel de la ocupación. Los monjes huyeron a Portugal y retornaron en 1812, para ser definitivamente expulsados en 1836 durante el periodo de la Desamortización de Mendizábal.

Abandonado y maltrecho, el Monasterio fue adquirido en 1839 por el comerciante inglés Charles Pickman, quien instalaría en el convento una fábrica de loza y porcelana china en 1841. La adaptación de la Cartuja a las necesidades de la fábrica fueron en un primer momento respetuosas para con el edificio. Sin embargo, poco a poco, las demandas de la producción fabril terminaron con la utilización de todos los restos monásticos sin contemplación. Se construyeron varias chimeneas y diez hornos, cinco de los cuales aún están en pie, y que determinaron la futura concepción visual del monumento. La fábrica de loza y porcelana continuó funcionando con el Monasterio hasta 1982.

En 1986 la Junta de Andalucía comenzó los trabajos de restauración y rehabilitación que han tratado de recuperar para el presente los elementos esenciales de todo su complejo pasado, monástico, militar y fabril. Durante 1992 fue sede del Pabellón Real y uno de los recintos expositivos más significativos de la Exposición Universal de Sevilla.


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