Cuenta la leyenda, como un mercader judío montó una
tienda de especias en esta
calle. El negocio no le iba nada bien y empezó a blasfemar y a culpar a Dios... Por allí pasaba un cristiano que al oírlo le dijo que no era justo que lo culpara, porque debería agradecerle lo mucho que le había dado. El judío se arrepintió y empezó a llorar y de las lágrimas que cayeron al suelo empezaron a brotar plantas de pimienta, de ahí el nombre de esta preciosa calle, calle Pimienta.