Ha mencionado Manuel el agua que pasaba por las calles. Venia del albercón, a donde había llegado desde el Ero Concejo, y, llegaba al pueblo, para regar los huertos qu había en los jardines. Esos días eran una gozada para grandes y pequeños: Las mujeres, sacaban a la calle somieres, sillas y demás, para fregarlos, aprovechando que el agua pasaba por sus puertas; y los chiquillos echábamos un barco de concha de pino, en la fuene del beso, e intentábamos llegar con el hasta el paseo, surcando calles y puentes. ¿A que lo recordais?
A las onzas de chocolate, efectivamente, también les llamábamos jícaras.
Yo recuerdo ir al molino de aceite del paseo, donde trabajaba mi padre, y en la caldera que calentaba toda la instalacion, que alimentaban con jípia, me metian un buen trozo de pan, previamente bañado en aceite, recien exprimido, y era un bocado riquísimo.
A las onzas de chocolate, efectivamente, también les llamábamos jícaras.
Yo recuerdo ir al molino de aceite del paseo, donde trabajaba mi padre, y en la caldera que calentaba toda la instalacion, que alimentaban con jípia, me metian un buen trozo de pan, previamente bañado en aceite, recien exprimido, y era un bocado riquísimo.
Cuando terminaba el curso escolar, ya con un tiempo de primavera avanzada, sacábamos todas las mesas y las sillas de la escuela a la carretera y las fregábamos y luego las enjuagábamos a cubos de agua y ese día disfrutábamos de lo lindo. Lo del trozo de corteza como barquito también lo he hecho yo, pero siempre se me perdía al cruzar la carretera de Hellín en el paseo, no me acuerdo por qué, puede ser que allí el agua pasaba por una tubería?
Yo me acuerdo de ir al molino a pesarme en la báscula y ver cómo metían medio pan (partido de forma que quedaban como dos tortas) untado de aceite a tostar. Cuando los atrojes de la aceituna estaban vacíos nos metiamos allí a jugar al escondite.
Saludos
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Yo me acuerdo de ir al molino a pesarme en la báscula y ver cómo metían medio pan (partido de forma que quedaban como dos tortas) untado de aceite a tostar. Cuando los atrojes de la aceituna estaban vacíos nos metiamos allí a jugar al escondite.
Saludos
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