¡Hola, Nicanor! Sí tenemos el foro algo abandonado. (¿Donde estás, Sefa?)
Ese señor Olivares, no he llegado a saber quién era. Desde luego, no tiene nada que ver con los Olivares que estuvieron bastantes años después en los bares del Paseo. (Ramón, en el Tropical, y Pedro, en su bar -el bar de la Adela-). En cambio al que si conocí, fué a Tomás Concejil, el arriero que llevó al autor del libro, en su burro, desde Siles a Santiago de la Espada. (Ver el capítulo "El arambol de Tomás Concejil"). Era amigo de mi padre y más de una vez lo ví por mi casa.
María, este señor era el padre de Sole, la que vivía en la calle del muro, que estaba casada con un Tizones, y que ya han muerto los dos.
Ese señor Olivares, no he llegado a saber quién era. Desde luego, no tiene nada que ver con los Olivares que estuvieron bastantes años después en los bares del Paseo. (Ramón, en el Tropical, y Pedro, en su bar -el bar de la Adela-). En cambio al que si conocí, fué a Tomás Concejil, el arriero que llevó al autor del libro, en su burro, desde Siles a Santiago de la Espada. (Ver el capítulo "El arambol de Tomás Concejil"). Era amigo de mi padre y más de una vez lo ví por mi casa.
María, este señor era el padre de Sole, la que vivía en la calle del muro, que estaba casada con un Tizones, y que ya han muerto los dos.
Hola Genito. Al leer el apellido Concejil me he acordado, efectivamente de Sole, y ya más abajo lo confirmas. Conocida también como "la Sole de Santisimica", ya no sé si esto último sería por los padres o por el marido. Tiene hermanos que viven todavía. Ahí tienes un apodo al que todavía no habíamos hecho mención.
Me parece que sí que había salido ya ese mote. De lo que no me acuerdo yo es de la historia de Muleras y los supositorios que dices que contaste ya aquí.
Buenos días, Nicanor. Contaban que Muleras estaba muy resfriado y fué a la farmacia de Dª Desideria a por un remedio. Esta le vendió unos supositorios y le preguntó: ¿Sabes como se administran?, a lo que contestó: Hombre, Dª Desideria, uno es tonto, pero no tanto. A los poco días volvió diciendo que el resfriado no se le curaba y que tenía unos ardores terribles en el estómago. Vamos a ver, le dijo, ¿te has puesto todos los supositorios?, cuéntame como. Pues mire Vd., contestó, como eran muy grandes para tragarlos enteros, me he tomado trocico de supositorio, traguico de agua, trocico de supositorio, traguico de agua......
Esto lo contaban así, pero vete a saber qué fué lo que pasó. Saludos.
Esto lo contaban así, pero vete a saber qué fué lo que pasó. Saludos.