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SILES: Hola Maria, ya me he dado cuenta, de todas formas suelo...

LA NOCHE DE SAN JUAN
(Costumbres perdidas)

Como cada tarde después del trabajo, nos juntamos aquel día los amigos en las "cuatro esquinas" e iniciamos nuestrpo recorido por las calles donde vivían las muchachas que nos gustaban. Era nuestra forma habitual de pasar la tarde, y, mientras deambulábamos, nos contábamos nuestras cosas, casi siempre relativas a las chicas, que eran en aquellos años jóvenes nuestra única ilusión.

Era la víspera del día de San Juan y aquella iba a ser una noche especial; así que, el tema de nuestra conversaciòn se centró concretamente en cómo nos íbamos a organizar para conseguir los ramos de flores, que pensábamos colgar de los balcones o ventanas de nuestras muchachas. En las calles no había ni un triste rosal y teníamos que ingeniárnoslas, para colarnos, sin ser vistos, a algunos de los jardines del pueblo, donde podríamos encontrar nuestros floridos obsequios. Amén de las macetes de claveles que, algún ama de casa descuidada, se dejara sin guardar aquella trasnochada.

Como nuestra búsqueda iba a ser furtiva, ya que desnudaríamos a un santo para vestir a otrro, esperamos a que la noche hubiera caído totalmente e iniciamos nuestra faena. Elegimos en primer lugar el jardín de la familia Vigueras, y haciendo unos de burros, nos subimos otros, primero al pié de la baranda de hiurro de la calle del Colegio, y la escalamos luego colándonos al interior.

Con la luna llena por aliada, recorrimos gran parte del jardín y, con mas o menos cuidado, -no faltó quién salió arañado por las espinas- cortamos las rosas que nos encontamos, sin acercarnos mucho a la vivienda aneja a la casa principal, donde sus moradores, la familia de Dionisio Galllego, "Panza", a la sazón, dormían ajenos al expolio que estábamos haciendo.

Ya en la calle, hicimos recuento de nuestros logros y, no sintiéndonos satisfechos, nos fuimos al jardín de los Parras, del camino de la Fuente Cascajo, (hoy Avenida de San Roque), donde, con bastante trabajo, escalamos el muro y dejamos listos los escasos rosales que había.

Desde la perspectiva demis años, comprendo que el respeto a la propiedad ajena es incuestionable, pero a aquellaas edades, lo único que pensábamos era que nos hacían falta flores y que, entre los fines de ellas, uno era hacerlas ramos la noche de San Juan.

Preparamos los ramos y nos fuimos a colocarlos. Cuando llegamos a las cuatro esquinas de la calle Somera, nos encontramos con otro grupo que se había apañado por otros derroteros y que se ocupaba en aquel momento de escribir en un papel que iban a pegar a un descomunal hueso, la frase "Te quiero hasta el tuétano".

Cuando nos retirábamos a dormir a las tres o las cuatro de la mañana, fuimos curioseando lo que en unos sitios y otros había colgado, y vimos hojas de higuera en la ventana de alguna muchacha alocada; de parra, diciéndole airosa, a esa otra; y, en lo mas alto de la ventana de un segundo piso, a donde no comprendimos como habían logrado subirse, divisamos aquel hueso, que, con gran tristeza, se encontraría al amanecer su joven destinataria.

Por nuestra parte, con mucho mas sigilo del que hicimos alarde en los jardines, habíamos ido colocando los ramos. En la mayoría de los casos no amanecieron en el mismo sitio, porque las chicas no durmieron aquella noche, pendientes del esperado obsequio, que, para ellas, constituía la prueba evidente de que aquel muchacho con el que soñaban, les correspondía.

GENITO.

¡Qué bonitos recuerdos y qué bien contados! ¿Cómo se llama ahora la calle del Colegio?

Se llama José Maria Cervera, en memoria de un Ingeniero de Montes, que fué director de la Escuela deFormación y Capacitación Forestal, y que, además, era una gran persona.

Gracias, Genito. Bien que se merece don José María Cervera que Siles le dedique una calle. Esa calle se llamó un tiempo calle Ejido, ¿o me estoy confundiendo?

Efectivamente, se llamaba calle Egido, antes. Comienza mas arriba de la carretera, en su confluencia con la calle de los Mesones (la del Casinete), bordea la Glorieta de los Caídos, y termina en la calle Mesones, al lado de la panadería de Valentín.

¿Valentín era picatoste? Esa es, o fue, la panadería de Paquita, ¿verdad? ¿Alguien se acuerda de cuando había mesones en la calle Mesones? ¿Además de Juan Pedro el Sastre había también un Miguelito el sastre o me estoy liando?

Perdona Nicanor, que me he despistado y creia que era Sefa la que hacia esta pregunta y para contestar me he dirigido a ella. Perdona mi despiste. Saludos.

Hola Maria, ya me he dado cuenta, de todas formas suelo leerlo todo, ya que todo es interesante, Paquita la que se casó con Pablo, había trabajado con mi padre en la sastrería, que estaba donde ahora está la carnicería de la Celestina al lado de telégrafos.

Un saludo