Amalia, serena belleza (foto antigua), SABARIEGO

HOMENAJE DE TODO UN PUEBLO A ESTA BELLEZA DE MUJER, MI TÍA AMALIA.

Amalia Alba Ortiz: mujer valiente, luchadora, compasiva, optimista…, se podrían decir tantas y tantas cosas de Amalia…

Nació en el cortijo El Negrito en el año 1945 a la luz del atardecer, y su padre, Antonio, en aquellos momentos le dijo a la madre de Amalita “Más vale que tengas buena leche si quieres criarla en estos tiempos... y su madre Remedios, le dio buena leche, y creció boronda y regordeta.
Ya de pequeñita amasaba hambre y fatigas junto a sus padres y cuatro hermanos: Francisco, Antonio, María y Santiago, los cuales solían decir muy a menudo:

Este cortijo es de hierro,
las ventanas son de alambre,
y la gente que hay en dentro,
están que rabian de hambre.

Era la miseria gris que asolaba Andalucía al término de la guerra.

Con una carita preciosa de piel clara y ojos soñadores…, empezaba a escribir los primeros capítulos de su vida.

No pisó la escuela pero aprendió a leer de la mano de sus hermanos: Santiago y Antonio, mientras cuidaban cabras y pavos en el monte donde ella era la alegría misma, la sonrisa, sembrada en aquel paisaje cordobés.
A la grupa de una burra, con sus alpargatas de esparto, iba y venía por cantaras de agua mientras canturreaba cancioncillas y musitaba poesías.

Su niñez feliz fue interrumpida por una grave enfermedad de su madre llamada “Neurostemia” la cual, la tenía alejada de ella largas temporadas. Toda su adolescencia quedó marcada profundamente.

Se casó un 24 de marzo a la edad de 19 años con Manuel Vico Muñoz, llamado cariñosamente (Trasperlo) del cortijo El Hollón. Se trasladó a vivir a Campos Nubes donde nacieron dos de sus primeros hijos: Manolin y Antoñita. Tres años más tarde, emigraron a Zaldibar (Vizcaya) en busca de trabajo. Allí tuvo otros tres hijos: Pachi, Ivón y Joshu.
El cierre de la fábrica donde trabajaba Manuel, (su marido) y las ganas de volver a sus raíces, hizo que precipitaran su vuelta a Andalucía hace ya 18 años. Se instaló junto con su familia en el antiguo cortijo de Serafín Mesa (el abuelo de su marido) en el camino de La Solana.
Se dedicó a la recolección de la aceituna para algunos años más tarde tener que emigrar a Francia a recoger manzanas. También se desplazó a La Mancha, a la recolección de la uva. Amalia es esposa y sustancia del hogar. Madre guerrera que lucha para que nada les falte a sus cachorros…

En los últimos años se dedicó en cuerpo y alma a cuidar enfermos en Sabariego o en Alcaudete, allá donde la necesitaran, de una forma entregada y sincera.

…Hoy, la vida le ha dado un duro revés. Por un momento, pensó que la vida se le escapaba de las manos… pero, son sus piernas las que se han quedado quietas, las que ya no pueden andar, ni subirse a una burra, ni cuidar cabras, ni pavos, ni coger aceitunas, ni manzanas, ni uvas…, pero es ella, ¡La Amalia valiente! la que a veces, llora, la que siente, la que padece…Y siempre regala su sonrisa con amor.
Es una mujer asombrosa que abraza su destino con resignación; y es ella, la que da ánimo, la que da fuerza, la que trasmite todo el coraje del mundo para seguir adelante. Es una mujer maravillosa, que en su día a día nos da una lección de entereza.

Desde aquí, toda la asociación de mujeres del Sabariego, deseamos que sepas que no eres invisible para el mundo.
Te queremos…

Tu pueblo te envía un abrazo muy grande.

Anif Larom.
(1948)