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Gentilicio:
Situación:
Está situada en la comarca de la Sierra sur en las proximidades del río San Juan (al sur), en el término mucipipal de Alcaudete. Sus habitantes se dedican a la agricultura, entre cuyos cultivos destaca el olivar, los frutales y las hortalizas.
Ayuntamiento:
Pertenece al municipìo de Alcaudete, provincia de Jaén. Código postal de El Sabariego: 23685
Monumentos:
La ermita de San Pedro. El Torreón Árabe. Puente Romano (Río San Juan), ubicado en las inmediaciones del antiguo molino de harina "Los Funes"
Fiestas:
Fiestas Del Palo (Día 1 de mayo) Fiestas de San Pedro (Día 29 junio) Representando un hondo sentimiento por la tradición, el día 1 de mayo, se celebra la fiesta más importante de la aldea: El día Del Palo. Hace algunos años, los lugareños bajaban al río y cortaban un enorme álamo que, dándole forma de arco colocaban delante de la ermita como símbolo y comienzo de la fiesta. También se hablaba de que en medio de la plaza “La Pasailla”, ataban un jamón al final de una viga embadurnada previamente de jabón de sosa casero; el jovenzuelo que lograse subir hasta lo alto de la viga se llevaría el jamón como premio. (De ahí viene el nombre de la fiesta Del Palo) Una fecha entrañable para los habitantes de este bello rincón de Jaén pintando en cal blanca. Un día de reencuentros para los emigrantes que marcharon y, puntuales, acuden a su cita de cada año con esta fiesta centenaria…, al reencuentro con sus raíces. Al medio día se celebra una solemne misa, en honor a “San Pedro Apóstol e Inmaculada Concepción” A media tarde, procesión de S. Pedro, La Purísima y el Niño Jesús por las principales calles del Sabariego; durante el trayecto, devotas sabaregueñas engalanadas con peineta y mantillas blancas, ofrecen su alma a la blanda plegaria de los cirios. Durante los dos días que dura la fiesta, destacan: GRAN PAELLA, elaborada por buenos Chef de la aldea, que van ganando los paladares más exquisitos. GRAN NOCHE AMENIZADA CON ORQUESTA y gran concurso de bailes, donde nuestros más populares bailarines exhiben su arte con gran maestría. Una buena ocasión para romper la rutina, venir a visitarnos y compartir nuestra diversión, nuestro rincón de hospitalidad y respeto. Mención de honor a la iniciativa de la asociación “MUJERES DEL SABARIEGO” por su ilusión y esmero en devolver a esta fiesta el esplendor de antaño. Una gran labor con resultados fabulosos, elaborando una gastronomía de platos populares, exquisitos postres, y dulces caseros que han hecho las delicias de todos los visitantes.
Costumbres:
Historia:
Escribo la historia en los versos de una poeta sabaregueña. El SABARIEGO Nacida del ansia del tiempo, aldea de siglos, cansada, de manos duras y agrietadas que nos gesta y amamanta. Resplandece blanca, solitaria, entre los montes de San Pedro, la vieja torre La Harina, y la Loma Larga. Piel sembrada de olivos, llaga de tierra y labranza, de polvo ardiente humillado con el sudor de la azada. Entre los tules del día y embrujada por los versos, vuela mi melancolía vagando por La Solana, el Molino de los Funes, fuente La Malaguilla, las aguas mansas del pilar, y la plaza La Pasailla. Es el cortijo Los Botijos mi artesana cuna de infancia. Rudos brazos que me abrazan de sagrado terciopelo…, mullido de blanca lana. En su regazo inmortal del tiempo pinto viejas alegrías, llantos, juegos…, en el lienzo de mi alma. En mayo, cuando la tarde muere en los ojos de la luz, la ermita blanca amanece, albergando allí, en su templo: esperanza, desconsuelo, huecos rosarios, pasivos rezos, promesas, ofrendas de tibias rosas y sentidos golpes de pecho. Y en las brasas del verano, serpentea un hilván de agua. Es nuestro río San Juan, donde nacen y fallecen pasiones enamoradas. Temblor místico ensartado entre susurros de plata cuando le besa el silencio entre arrumacos de magia. En el abrupto invierno, cuando el silencio se trastorna en lluvia y el rumor corre por las acequias, los bravos aceituneros doman el paisaje con la labor de las faenas. En la aldea nada envejece: la fatiga dormida en la alcoba, la pereza que despierta la mañana en la tez lozana de sus horas; las veredas, el tomillo, las violetas…, sus arraigadas creencias. En la boca de las noches infinitas de fresco y plácido aliento, se enciende la luna llena en los corros de la aldea, donde se tejen los hábitos, se anidan los recuerdos y se asoman los olvidos, liberando sus campechanas lenguas… Aunque mi memoria esté, de tinieblas, fatigada y mi sonrisa sea leve mueca huérfana ya, de anciana solitaria, mis pupilas no olvidarán, la noche encendida de estrellas que dio luz a estas páginas.
Turismo: